Niño redime a hombre grande.
"Comeremos sushi", casi le escupe el viejo y gastado Vincent a Oliver, el niño al que cuida cual baby sitter. Y le sirve... sardinas.
St Vincent" es el tipo de película en la que en vez de que el adulto enseñe al niño ingenuo, es el viejo cascarrabias quien termina reseteado (o redimido) por el chico inocente.
Sí, el mundo al revés. Y sí, ya lo vimos en Up. Y en otras cuántas más.
Los personajes del filme, salvo el niño, todos tienen imperfecciones, pero tratan de mejorar su situación. Vincent, además de estar peleado con todo el mundo, ser roñoso y egoísta, es alcohólico y burrero. Daka es una prostituta rusa -embarazada- a la que Vincent atiende (es una manera de decir) y a la que Naomi Watts le pone carne de verdad. Y Maggie, la vecina recién llegada y madre separada de Oliver (Melissa McCarthy, humana y creíble hasta cuando debe ser graciosa) desatiende a su hijo, pero porque debe trabajar a desgano en el hospital, para que el padre no le arrebate la custodia.
Por supuesto que Vincent tiene sus secretos, que el filme irá revelando de a poco.
El director y guionista Theodore Melfi apuesta así a intercambiar los roles de las actrices, con McCarthy (Damas en guerra) alejándose de la comedia usual, y Watts descansando de los roles dramáticos a que nos tiene acostumbrados.
Pero el verdadero gol de media cancha es el encuentro entre Murray y el pequeño Jaeden Lieberther. Si el intérprete de Hechizo del tiempo, cuando está solo en la pantalla, atrae, lo que se genera cuando comparte escena con el niño se potencia.
Pueden ver juntos a Abbott y Costello, apostar a los caballos en el hipódromo, mentir, divertirse o enojarse, pero eso que se construye entre Vincent y el niño es más que una relación paterno/filial. Ah, quédense durante los títulos finales. Murray escucha su walkman (!) y canta a capella Shelter from the Storm, de Bob Dylan. Pero ni eso convenció a los de la Academia de Hollywood para candidatearlo.