Dentro de la gran cantidad de documentales que han llegado a la cartelera este año, podemos notar que un grupo de ellos, estuvieron enfocados a visibilizar a las minorías, a los que parecen no tener voz ni poder acceder a los medios de comunicación tan fácilmente.
Con “Reina de Corazones” pudimos conocer el trabajo de la Cooperativa de Arte Trans a favor de poder generar espacios creativos y laborales, para alejar definitivamente a sus integrantes de la prostitución y con “Mocha” se dio pantalla al enorme trabajo que hace el primer bachillerato trans a nivel mundial para poder brindar a muchas más personas, un derecho tan fundamental como la educación mediante un sistema verdaderamente inclusivo.
Algo de esto sucede frente al estreno de “STAND UP VILLERO” un documental de Jorge Croce que desde la propia autocrítica y el poder de la autoparodia de sus protagonistas, permite explorar cómo ha surgido un grupo de humoristas de barrios precarios del conurbano que han llegado a ganar su lugar dentro del género.
Han creado, con su propio estilo, casi un subgénero que se caracteriza por monólogos en los que hablan de temas de su realidad, sin pelos en la lengua y llamando a las cosas por su nombre.
Sebastián Ruiz Tagle, Damián Quilici y Germán Matías son tres de los tantos humoristas que han ido ganando su espacio dentro del espectáculo y que inclusive han llegado a lo que parecía casi imposible para ellos: acceder a programas de televisión o a espectáculos por fuera de su propio circuito (en el documental se muestra una participación de Seba Ruiz en el espectáculo de “Maravilla” Martinez).
Tal como lo sostiene la humorista Nancy Gay, obviamente para hacer stand up hay que hablar de lo cotidiano, de lo que uno vive, y por supuesto que ellos saben hacer humor de la propia desgracia (discapacidades, falta de dinero, situaciones delictivas, trabajos en negro y desprotección total, reinserción después de haber estado en la cárcel) y manejar la ironía, el humor negro y cometer cualquier tipo de “sincericidio”, aún cuando para algunos puedan desafiar, inclusive, los límites del buen gusto.
¿Se puede hacer humor con cualquier tema? ¿Cuál es el límite de lo que está bien y sobre lo que no corresponde hablar, dentro del humor? ¿Se puede ironizar cualquier situación por más dolorosa que sea?
Los comediantes cuyas vidas se reflejan en “STAND UP VILLERO”, más allá de ir contando sus propias historias de vida, introducirnos en su vida familiar y compartir(nos) su cotidianeidad, irán intentando dar respuesta a algunos de estos interrogantes, comenzando a presentar esta forma de humor tan particular que ellos manejan, con sus propios códigos, su lenguaje con jerga típica que muchas veces podría sonar indescifrable y comenzar a explorar esto que han descubierto que “a casi todo el mundo le gusta reírse de los pobres”.
De extracciones sumamente humildes –Lomas del Mirador, barrio las Tunas en Tigre y barrio el Tropezón en San Martín- estos tres humoristas irán contando cómo surgió en cada uno de ellos la necesidad de hacer humor, cómo descubrieron esa capacidad de hacer reír a los demás y de qué manera fueron dándole forma a este arte que hoy es parte de sus vidas.
“STAND UP VILLERO” no se propone tanto como un documental de corte sociológico ni como reflejo de situación social, sino como la explicación de un fenómeno que fue ganando cuerpo y que hoy ha llegado a algunos ámbitos que ni los propios protagonistas creían posibles.
Cada uno de ellos desafía los límites del humor a su manera e inclusive, algunos de los entrevistados comenta sobre qué cosas piensa que no se podría hacer humor y ciertos temas que parecen “prohibidos” dentro del stand up. Lo que en boca de otros humoristas podría sonar como una completa grosería, en las voces de Ruiz Tagle, Matías o Quilici, tienen una frescura, una espontaneidad y una naturalidad que no sólo provocan la carcajada sino que también interpelan a la reflexión y muestran, ajenos a toda construcción enciclopedista, la verdadera cara de la vida en el conurbano que muchos se niegan a ver.
Y poder hacer humor también con eso, que muchas veces es doloroso, estigmatizante, lleno de etiquetas que el exterior les pone para encasillarlos.
Quizás lo menos logrado en la propuesta de Croce son las escenas de Héctor Diaz como un fiscal del INADI de Corrección Política que si bien permitirá tangencialmente reflexionar una vez más sobre los límites, lo permitido, la incorrección y la parodia sobre sí mismo, tienen un tono sumamente explicativo como si el espectador necesitase una sobreexplicación para entender el tema.
Gay, en una de las entrevistas propone que para que haya humor y sea sano, el humorista puede “pegarse a sí mismo o de ahí para arriba, nunca sería aceptable pegarle a los de abajo”.
Esto mismo propone Sebas Ruiz cuando dice que desde su condición social puede hacer humor con los “negros”, los “chorros”, los “marginales”, los “planeros” y de esta forma poder transgredir y sobrepasar todos los límites porque hay una condición social que los habilita a hacer humor sobre situaciones que no cualquier humorista podría abordar. “STAND UP VILLERO” nos acerca a un ámbito no tan conocido por el público y Jorge Croce lo hace desde la simpleza, la mirada sin preconceptos y liberada de prejuicios que estos artistas del stand up merecen.