Star Trek; la franquicia de ciencia ficción más legendaria de la televisión y el cine, creada por Gene Roddenberry, cumple 50 años y lo celebra con una nueva secuela dirigida por Justin Lin.
“El espacio, la última frontera. Estos son los viajes de las USS Enterprise”. Esta es la introducción a una de las sagas más famosas y que más fanáticos ha cosechado con fidelidad a lo largo de los últimos 50 años. El capitán Kirk, el comandante Spock, el Dr. McCoy, la Teniente Uhura, Scotty, Sulu y Chejov. Personajes creados por Gene Roddenberry que hacía su primera aparición un 8 de septiembre de 1966.
La franquicia ha atravesado múltiples universos, cumpliendo los deseos de los millones de “trekkies” distribuidos por el planeta: desde la serie televisiva, pasando por su exitosa saga cinematográfica hasta el paso del mando a las nuevas generaciones con varios spin off. Hoy en día, J.J. Abrams, previo a reiniciar otra saga galáctica, tomó los controles de la Enterprise y le dio una mirada contemporánea a los viejos personajes, pero consciente del legado arrastrado.
Después de dos fascinantes aventuras, donde se mostraban los orígenes de los protagonistas, y su lucha contra su archienemigo Khan, Abrams le traslada la misión a Justin Lin, que hasta hace poco manejaba otra franquicia de manera rápida y furiosa.
Escrita por uno de sus intérpretes y gran fanático de la serie, el comediante británico Simon Pegg, Star Trek: sin límites plantea como principal conflicto el paso del tiempo: la mortalidad, el envejecimiento, pero sobretodo la fidelidad que tiene un líder hacia su grupo antes que hacia sus propias convicciones y decisiones personales.
Kirk y Spock reciben noticias que provocan las dudas sobre una posible continuidad en la Enterprise. Pero lo que podría ser una última misión juntos, se convierte en una gran aventura que amenaza con destruirlos. El villano se llama Krall –Idris Elba- el capitán de una civilización que se mueve como enjambre de abejas y desea destruir la Flota Estelar con una antigua arma que posee Kirk, sin conocimiento de ello.
Explosiones en medio del espacio, aventuras en tierras extraterrestres, luchas cuerpo a cuerpo, persecuciones en moto. Justin Lin no tiene la personalidad como narrador cinematográfico de Abrams, ni consigue otorgar suficiente profundidad dramática a cada microconflicto del guión, más convencional y con menos sorpresas que los de las dos primeras entregas, pero en cambio se ha convertido en un gran referente para diseñar espectaculares y emocionantes secuencias de acción.
De esta forma, Star Trek: sin límites retoma un poco el ritmo de previas entregas, y cuando la acción comienza, no se detiene. A diferencia de J.J., Lin no le otorga lugar a situaciones románticas o insinuaciones sexuales. En cambio, prefiere manejarse como en la vieja escuela: chistes típicos de una buddy movie –la pareja Spock/Mc Coy tiene momentos brillantes- seguidos por una fuerte carga de adrenalina.
Y aún así, con más corazón que cerebro, con más humor que romance, el final de esta tercera parte de la remake de la franquicia tiene el instante más emotivo de toda la saga, especialmente para el fanático. Un instante breve, donde además, se le hace un gran homenaje a Leonard Nimoy y el amor que a lo largo de los últimos 30 años –aunque al principio declaró odiarlo- ha demostrado hacia su personaje y toda la mitología del universo Star Trek.
Se destacan las interpretaciones de cada miembro de la Enterprise, cada uno con su momento de gloria. Desde Chris Pine, cada vez más seguro en el rol de liderazgo y galán, Zachary Quinto, eficiente Spock, y Karl Urban asumiendo el cómic relief. La argelina Sofia Boutella hace vibrar con su desempeño físico, e Idris Elba, detrás de 10 kilos de maquillaje es un villano eficiente, pero que no pasará a la historia. Además entrega la última interpretación de Anton Yerkin. La banda sonora de Michael Giacchino también tiene una presencia protagónica, así como la incursión de un par de “clásicos” de hip/hop de los años ´90.