Que difícil hablar sobre este estreno sin spoilear. Prometo que no lo haré.
Y al escribir la palabra “difícil” reflexiono un poco sobre la magna tarea que tenía JJ Abrams y el guionista Chris Terrio. Porque no solo tenían que tratar de dejar contentos a la mayoría de los fans (cosa imposible) sino cerrar toda la saga Skywalker.
La primera tarea era tratar de achicar un poco la grieta que ocasionó The Last Jedi, y un algo lo logra.
Pero llama la atención como en un par de escenas puntuales parece que se le canta “retruco” a Ryan Johnson. Ambas películas discuten en lugar de dialogar.
La trilogía está atada con alambre, se nota que cambiaron los planes sobre la marcha y la falta de coherencia. Y The Rise of Skywalker también sufre de eso.
En su afán por resolver y contentar, suceden varias trabas en su narrativa. Son muy inconexas varias escenas, aunque te explican bien del principio el -muy vago- hilo conductor.
El Fan service es lo mejor del film, pese a quien le pese. Allí están los grandes momentos y todas las emociones. Lloré en más de una escena, tanto por angustia como por alegría.
Y si bien esas lágrimas intentan ser tapadas por las respuestas a todas las preguntas que se plantearon en esta nueva trilogía, todos sabíamos que nada iba a alcanzar para acallar la sed del fan.
Van a haber nuevas grietas e interminables discusiones sobre la legitimidad de varias de las cosas planteadas. Y así será por mucho tiempo.
Ahora bien, en términos cinematográficos, es la más floja de las tres.
Abrams había hecho un mejor laburo en la puesta de The Force Awakens que aquí. Seguramente por los demasiados condicionamientos que tuvo en esta oportunidad.
Desde lo visual es impecable y nos regalan excelentes secuencias de acción espacial y duelos de espadas lazer. Pero eso tampoco sorprende, es lo que corresponde.
Pero volviendo a la historia, la misma es arbitraria e incluso predecible en varias cuestiones.
Y muchos sinsentidos y grandes habilidades de Rey que no cuadran con lo que vimos en las ocho películas anteriores. Pero bueno, dar detalles es spoiler.
Daisy Ridley sigue estando muy bien como Rey, tal vez menos inocente. Y la dupla Finn/Poe se aprovecha más.
Gran acierto no separar al trío protagónico y no crear subplots que no le importan a nadie, tal como fue el del casino en la película anterior.
Otra cosa que llamó la atención es la disminución de peso de ciertos personajes secundarios, pero era lo que muchos fans querían.
Pero molesta mucho que Maz Kanata esté allí solo para explicarle al espectador cosas obvias y que no necesitan que alguien las verbalice.
Lando está viejo pero digno. Y Leia…
Párrafo aparte para la utilización de material rodado por Carrie Fisher para The Force Awakens y injertado aquí sin precisión quirúrgica.
Algunas escenas hacen mucho ruido y te das cuenta que es una doble o que se armó de esa manera para poder utilizar sus diálogos.
Amen de eso, es emocionante verla y despedirse de ella.
Y así llego al final de esta reseña, justamente con la despedida. La despedida de una parte muy importante de la vida de un cinéfilo y/o un fan.
Star Wars atraviesa todo mi ser, es mi infancia y mi adolescencia. Es mi joven adulto.
Esta trilogía no habrá sido la mejor, y este cierre tal vez no es el ideal. Pero es muy bueno, es satisfactorio y las lágrimas que te genera son genuinas.
Me puedo quejar de estructuras de guión y caprichos de director, pero poco importan cuando los personajes creados por George Lucas se despiden de mí.
No será la última película ni lo último del universo. De hecho, está más vivo que nunca gracias a Disney Plus y los films que se vienen.
Pero es un adiós a una etapa muy larga. Y una que permanecerá conmigo, con nosotros. Siempre.