Hace un par de años, en la lejana galaxia de Hollywood, se anunció que la saga más influyente del cine fantástico continuaría con la historia que comenzó en 1977. La idea era tentadora pero al mismo tiempo arriesgada. ¿Cómo podrìa relatarse la lucha del bien contra el mal luego de tanto tiempo sin otra novedad que las polèmicas precuelas que encarò George Lucas a comienzos de este siglo y con Disney habiendo comprado Lucasfilm?
Hoy, luego de largos meses de trabajo y una campaña de retorno como pocas veces se ha visto, podemos decir que Star Wars quedó en buenas manos, a tal punto que quizá estemos ante la mejor película de las siete realizadas hasta hoy.
J.J. Abrams se hizo cargo de la mejor tradición del cine de aventuras, esa que George Lucas sublimó con la primera entrega de la saga en 1977 y le dejó luego a Irvin Kershner, que dirigió la impecable El imperio contraataca. Y Abrams, responsable de las remakes superadoras de Star Trek, hizo con el universo de Luke Skywalker y R2-D2 lo que mejor sabe: perfeccionar y sacar lustre.
El renacer de la fuerza tiene todo lo que puede querer ver alguien que disfruta del cine fantástico y de Star Wars en particular: dos horas de aventura bien contada, personajes icónicos como Han Solo (impecable Harrison Ford), Leia (Carrie Fisher, casi irreconocible), Luke (Mark Hamill), Chewbacca y los amados C-3PO y R2-D2. Como bonus, un nuevo elenco que le aporta ya no desde el estrellato como en la trilogía de 2001-2005 sino desde la solidez y la empatía por los nuevos héroes: Finn (John Boyega), Rey (Daisy Ridley) y Poe (Oscar Isaac).