Treinta y dos años tuvieron que pasar para que los fanáticos pudieran ver cómo continuaba la historia de su saga favorita. En el medio hubo de todo; desde historias paralelas dentro del mismo universo, continuaciones en otros formatos (novelas y comics) que dependiendo el grado de fidelidad y fanatismo se tomarán como parte o apócrifas; y por supuesto, la gran hazaña de narrar los hechos previos a lo que nos habían contado.
La espera terminó, se tardó, pero bien que valió la pena. Hay un nuevo capítulo; esta vez de la mano del director J.J. Abrams quien se encargó de que la magia se mantuviese intacta.
Transcurrieron treinta años desde que Luke, Leia, y Han lideraran la rebelión que pusiera fin al Imperio. Varios hechos ocurrieron en el medio, el Lado Oscuro volvió a sentirse formando la Primer Orden en base a lo que fue el Imperio. Luke ha desaparecido refugiándose, y se ha convertido en el ser más buscado desde ambos lados.
Y hay nuevos personajes, los héroes, Poe Dameron (Oscar Isaac) el mejor piloto de la rebelión, encargado de ubicar a Luke; Finn – o FN 2187 - (John Boyega) un Stormtrooper en fuga que se une a Poe; Rey (Daisy Ridley) una chatarrera a quien el destino la está llamando; y por supuesto, BB8, el nuevo droide de la saga. Del otro lado, en la oscuridad aguardan el líder Kylo Ren (Adam Driver) con una historia que lo une a la luz; el duro General Hux (Donham Gleeson), y Snoke (con la voz y movimientos del experto en la materia Andy Serkis) el Supremo. ¿Qué función cumplen cada uno dentro de esta historia? ¿Cómo entran a jugar nuestros personajes clásicos? No, vayan a verla.
Abrams, acompañado en el guión por Michael Arndt (Toy Story 3) y el experto en la saga Lawrence Kasdan, creó una película que funciona dos puntas. Por un lado, trae toda la nostalgia del clásico, sobre todo del original Episodio IV del cual casi es una remake; por otro, permite que las nuevas generaciones o los hasta ahora inexpertos, se puedan adentrar cómodamente.
Tal como hizo con las celebradas dos Star Trek, Abrams conjuga los elementos de modo tal que fanáticos y nóveles salgan contentos; porque sabe narrar la aventura como pocos en el Hollywood actual. Hay emoción, hay diversión, sobran los momentos vibrantes; y esperen a ver las entradas de Han, Chewie, C3PO, y el Halcón Milenario, verdaderas pruebas para fanáticos.
Los personajes rebozan de carisma y carnadura, y agrega un elemento que hasta ahora se había visto en menor cantidad durante los seis episodios anteriores, humor; no parodia, humor. Los diálogos son ágiles y el todo se comprende sin perderse nunca. Hay momentos más calmos (jamás aburridos, siempre sucede algo), y otros en donde revienta la acción, siempre comprendiéndose todo lo que se nos muestra, sin apabullar y con un inteligente y cuidado uso del 3D.
A diferencia de lo realizado por George Lucas en los episodios previos estrenados en 1999, 2002, y 2005; Abrams no hace un despliegue tecnológico; retoma el camino de una aventura “como las de antes”, siendo inevitable la utilización de CGI en varios tramos lógicos. Esto no es detrimento de uno u otro realizador, simplemente son estilos diferentes.
Como siempre, la omnipresente partitura de John Williams agrega el plus de esplendor; y la fotografía de Daniel Mindel (usual colaborador del director) aprovecha los enormes escenarios para que todo luzca realmente inmenso.
Son solo elogios para una saga que se mantiene viva a lo largo de los años y que, pese a los cambios de mano (aunque la mano “invisible” de Lucas siempre se nota) supo otorgar los suficientes cambios sin necesidad de modificar su espíritu.
¿Qué más se puede decir? Que Star Wars nos deja siempre a la espera de más; y ahora tiene la posibilidad de desarrollar toda una gama nueva de personajes que recién empezamos a conocer pero ya nos conquistaron.
Me olvidaba, Que La Fuerza los acompañe.