Sin lugar a dudas Star Wars: El despertar de la fuerza es una de las mejores películas de la saga, superando a la mesurada segunda trilogía que George Lucas lanzó en 1999. Su nuevo director, J.J. Abrams, se encargó de crear una epopeya más actual con una gran batería de recursos tecnológicos manteniendo las temáticas centrales de la mítica saga de ciencia ficción: la lucha contra el lado oscuro, los vínculos entre padres e hijos y, sobre todo, las traiciones entre los personajes.
Al ser el séptimo episodio de una saga que casi cumple las cuatro décadas de vida, Star Wars: El despertar de la fuerza, retoma algunas líneas argumentales de las películas previas, pero también reinventa en parte lo que su creador, George Lucas, llevó a cabo con tanto éxito en los seis films anteriores. Además, al agregar nuevos personajes a la historia y relanzar la franquicia con nuevo director, la intención es más que clara: generar definitivamente algo nuevo.
Treinta años después de la batalla de Endor, la galaxia no pudo acabar con la tiranía y la opresión. La Alianza Rebelde se ha transformado en la Resistencia, los cuales combaten los restos del Imperio Galáctico, ahora renombrado bajo la bandera de la Primera Orden. En este contexto, el último Jedi, Luke Skywalker, se encuentra desaparecido, pero existe un mapa que especifica su paradero actual. A partir de aquí, comienzan a presentarse de a poco cada uno de los nuevos personajes: el experimentado piloto de la resistencia, Poe Dameron (Oscar Isaac) y su adorable androide BB-8; Finn (John Boyega), un desleal Stormtrooper que toma la decisión de abandonar las fuerzas del Imperio Galáctico para unirse a la resistencia; y finalmente Rey (Daisy Ridley), una joven que se gana la vida vendiendo basura tecnológica que será elemento clave y motor de la historia. Del lado oscuro, los malvados Kylo Ren (Adam Driver) y el Líder Supremo Snoke (Andy Serkis) serán algunos de los villanos de turno.
Pero eso no es todo. Los clásicos y queridos personajes de la historia también darán el presente. Algunos tendrán más tiempo en pantalla que otros, pero finalmente ahí estarán: Han Solo (Harrison Ford), Leia (Carrie Fisher), Luke Skywalker (Mark Hamill), Chewbacca, C-3P0, R2-D2 y hasta el Halcón Milenario, el carguero corelliano que Solo piloteaba en la primera entrega de Star Wars.
J.J. Abrams logró amalgamar ingredientes del pasado para edificar una nueva cronología que promete mucho más para el futuro desarrollo de la saga. Además de su exquisita sensibilidad para poner en escena esta fantástica historia, hay que destacar su valentía, y no sólo por hacerse cargo de un clásico del peso histórico de Star Wars, sino por lograr sobreponerse a las comparaciones inevitables. Seguramente el brazo más ortodoxo de los fans cuestionarán dos o tres decisiones muy jugadas de parte del realizador (que no mencionaremos por ser elementos claves de la película), pero incluso con estas objeciones este nuevo capítulo supera el difícil desafío, creando un producto altamente recomendable no sólo para los melancólicos, sino también para las nuevas generaciones de espectadores.