El regreso de los viejos y queridos héroes galácticos
“Star Wars” son muchas películas en una misma historia que se repite siempre a partir de tres ejes: la acción, el dramón familiar y la historia política del planeta Tierra llevada a toda la galaxia. Con el esperado estreno de “El despertar de la Fuerza” ya son tres las generaciones familiares odiándose y amándose, enfrentándose y reconciliándose, y esta idea es fundamental a la hora de entender la saga. También, hoy son tres las generaciones de seguidores alcanzados por la saga inaugurada en 1977 con “Una nueva esperanza”. Casi 40 años de distancia entre aquel estreno inesperadamente exitoso, con planetas de tergopol colgando, maquetas, y naves y guerreros rígidos como soldaditos de plomo, a este estreno en 3D, tan sobrio como fluido.
“El despertar de la Fuerza” no hace un derroche de lo digital, tal cual ocurrió en la trilogía de precuelas realizadas por el mismo Lucas entre 1999 y 2005, películas subestimadas hasta por los propios seguidores, a pesar de que fueron siempre muy útiles para entender la historia. Pero sí, es cierto, la nueva película está lejos de estas precuelas. Hasta las naves se parecen más a las de los años 70 y 80. No es casual la reaparición de aquella enorme chatarra voladora de Han Solo llamada Halcón Milenario. Ni es un mero guiño al pasado, sino que la vieja nave viene acompañada por el mismísimo Han Solo, la princesa Leia, Lucas Skywalker y el lanudo Chewbacca. Los héroes de las primeras tres películas.
Los seguidores de la saga seguramente se emocionaron con el abrazo entre Solo y Leia —Harrison Ford y Carrie Fisher—, ahora dos adorables setentones. El despiadado paso del tiempo no perdona a nadie, ni siquiera a los héroes del séptimo arte. Se sabe, Solo y Leia están tan grandes como muchos de sus fans.
“El despertar...” es la secuela de “El regreso del Jedi” (1983). Pasaron tres décadas y la galaxia está gobernada por la Primera Orden, nacida de las propias cenizas del Imperio. En la vereda de enfrente están los resabios de la República y la Resistencia, liderada por la ex princesa Leila. Estos están a la búsqueda de Luke, oculto en algún recóndito planeta. Es esencial su regreso para que no desaparezcan los Jedi. El Lado Oscuro también quiere saber su paradero, claro que por otros motivos, pero, sin embargo, nadie parece saber dónde está el ahora viejo Jedi. Por todo esto, eran necesarios los regresos a la saga de Ford, Fisher y Mark Hamill (Luke). Por otra parte, los nuevos personajes que encarnan Oscar Isaac, Daisy Ridley, John Boyega y Adam Driver, son en realidad variaciones de lo representado entre el 77 y el 83 por Han Solo, la princesa Leia, Lucas Skywalker y Darth Vader.
A Harrison Ford —Han Solo, el mítico contrabandista-estafador y héroe sin quererlo de la Alianza Rebelde— se lo ve disfrutar como un chico en este regreso. Es un imán en la historia, pero no avasalla ni es el centro de la trama. Y sigue siendo un actor de pocos recursos cuando no está en medio de una acción.
La dirección de J.J. Abrams fue un acierto, a pesar de que en varios momentos del filme esté más cerca del tono de “Mad Max” —grandes desiertos, montañas de chatarras y la tonalidad nihilista y apocalíptica de algunos planetas— que del autor de la saga, George Lucas.
En realidad, “El despertar...” puede verse como el gran regreso de la saga, de su tradición hoy mitológica. Y también se puede ver, una vez más, como pequeñas historias que se repiten con mínimas variaciones en la gran historia (el droide que lleva oculto un mensaje secreto, como en el primer filme; la búsqueda del punto débil de las fuerzas del Imperio). Encima, es el inicio de una nueva trilogía.
Por lo cual, se trata de un sentimiento contradictorio: por un lado la descarga de adrenalina y emoción por el nuevo estreno y, por otro, el convencimiento de que no queda nada nuevo por decir en la historia.