Vuelta a las raíces
Star Wars: El despertar de la fuerza retoma el tono, los personajes y el humor de la primera trilogía. Comentario libre de spóilers.
Si los fans temían por los resultados de la nueva entrega de Star Wars; su director J. J. Abrams temía aún más por la reacción de los fans. Los mutuos recelos pueden aplacarse: el director se esmeró, ante todo, para que El despertar de la fuerza respete la sacra franquicia de George Lucas.
Desde la clásica tipografía que se pierde en la pantalla estrellada (que pone piel de gallina a los seguidores de la saga), el filme está repleto de guiños que, más que homenajes vintage, son una manera meticulosa de volver a las raíces.
Sin prólogo, la historia presenta enseguida a sus nuevos personajes: Finn (John Boyega), un stormtrooper desertor; Poe (Oscar Isaac), un piloto de la Resistencia cuyo androide BB-8 carga información valiosa; y la joven buscadora de chatarra Rey (Daisy Ridley, actriz inglesa, la nueva Keira Knightley), que vive en el marginado planeta Jakku.
En la vereda de enfrente, en el Lado Oscuro, Kylo Ren (Adam Driver) es el nuevo villano. Su aspiración, claro, es que la Primera Orden (reencarnación el Imperio) acabe con la Resistencia. Para eso, debe secuestrar la información que esconde BB-8.
Pasaron 30 años desde los acontecimientos del Episodio VI. A lo largo de su misión, estos nuevos personajes se reencontrarán con los héroes clásicos, cuya inclusión legitima esta nueva historia y, sobre todo, traza una línea filiatoria con la trilogía original, abandonando las referencias a la segunda y criticada trilogía.
Así, de a uno, aparecen Chewbacca y Han Solo (Harrison Ford, envejecido pero con el magnetismo intacto, incluso para cargar con gran parte de la acción del filme); Leia (su rol es menor en la trama); C3-PO y R2-D2 (que sólo están para activar la fibra nostálgica) y el mismo Luke (mejor no adelantar demasiado sobre su rol para evitar spóilers).
Tradición renovada
Las comparaciones pueden ser odiosas pero son inevitables en la saga más importante del cine de ciencia ficción del siglo pasado. Pero también son inevitables porque el mismo J. J. Abrams busca, como un arqueólogo empecinado, retomar esa tradición y continuarla.
¿Cómo la retoma? El despertar de la fuerza vuelve a las fuentes de las clásicas películas de aventuras: la meta de los héroes es sencilla, se prioriza el relato dinámico, la música (el emblemático tema de John Williams, en este caso) acompaña y subraya la acción. El director no se deja tentar por los efectos especiales de Disney y los usa sólo para agilizar el ritmo del relato, que sutilmente se actualiza a los estándares actuales (la secuencia de lucha con sables láser en la nieve es simple y prodigiosa).
La operación no sólo recupera el género de aventuras (como J.J. lo hizo en Súper 8). El filme también retoma la identidad setentista del western galáctico: los paisajes áridos y desérticos de varios planetas; las máquinas y naves de aspecto analógico, cubiertas de polvo. La estética de esa galaxia moderna y decadente es fiel, y el Millenium Falcon, la nave de Han Solo, yace en una chacarita como un Renault 12 galáctico. Incluso vuelven las transiciones retro entre escenas.
Lo más destacado de ese giro al pasado, sin embargo, es el humor: El despertar de la fuerza deja atrás la solemnidad de los episodios I, II y II (incluso abandona el tono grave que impera en las recientes películas de ciencia ficción y superhéroes). Los momentos cómicos del filme abundan, descontracturan y hacen respirar la película. Aunque pueden resultar extraños para los espectadores más jóvenes. Sólo para el desenlace se reservan el drama y la gesta épica.
¿Y hacia dónde continúa? Hay que admitir que J. J. se preocupó más por retomar que por inventar. Pero arroja algunos hilos para las próximas dos películas: simplifica las explicaciones mitológicas y políticas de su galaxia, presenta pocas nuevas criaturas pero encantadoras (el empático BB-8, la astuta Mazz), como en Lost apuesta por la diversidad (una actriz y un actor negro encarnan a nuestros héroes).
Quizás faltan sorpresas y riesgo. Quizás están reservados para la próxima entrega. Lo cierto es que El despertar de la fuerza hace honor a su título. Y su final abre las perspectivas.