Volver al futuro
A juzgar por lo que está sucediendo en las últimas décadas, lo que mejor funciona en Hollywood es la nostalgia. Cuando ya no hay mas películas de superhéroes o adaptaciones de novelas adolecentes que explotar, la gran maquinaria cinematográfica apela a retrotraer clásicos de épocas pasadas con el fin de adaptarlas a las nuevas audiencias, pero sin perder esa mirada respetuosa hacia lo que se hizo previamente. Sucedió con las sagas de Rocky, Jurassic Park e Indiana Jones entre muchas otras, y es a lo que apela el director J.J. Abrams con Star Wars: El despertar de la fuerza, la primera de una nueva trilogía del universo intergaláctico creado por George Lucas, quien decidió despegarse de la franquicia al venderle todos los derechos de la misma a Disney en el 2012.
Luego del fracaso creativo rotundo que significaron los episodios I,II Y III, en los que al contar el origen del villano Darth Vader a Lucas se lo comió el monstruo de la digitalización convirtiendo a dichos films en meros pastiches visuales sin ningún grado de emoción, Abrams (quien ya había demostrado su capacidad de resucitador de franquicias sci-fi con su versión alegre y relajada de Star Trek) opta por volver a los orígenes más nobles de la saga y retomar los caminos de las tres primeras películas, iniciado allá por 1977. Esta vez, si bien los protagonistas originales como el inoxidable Han Solo y la ahora General Leia hacen sus apariciones respectivas para el deleite de los fans, el centro de la historia pasa por una nueva generación de héroes: El dubitativo Finn, ex soldado Imperial en busca de redención, el valiente piloto rebelde Poe Dameron, y Rey, una joven chatarrera en busca de su verdadero destino. El lado oscuro está encarnado ahora por La Primera Orden y liderado por Kylo Ren, una suerte de Vader 2.0 con graves problemas de ira y un secreto que conviene no revelar.
Alumno aplicado de la escuela de Steven Spielberg, Abrams es un cineasta que sabe narrar con mucho vértigo y pulso narrativo. Sus personajes se encuentran siempre en movimiento y no hay mucho espacio para las explicaciones ni la solemnidad. El Despertar de la fuerza tiene muchos momentos de humor y espectacularidad que alivianan el relato y devuelven la saga a su punto más básico, el de la aventura clásica de ciencia-ficción (o space opera, como se solía llamarla) inspirada en los clásicos seriales como Flash Gordon y Buck Rogers, entre otros. En contra del film, se puede decir que si bien Abrams es un talentoso narrador (y gran director de actores, ya que todas las nuevas incorporaciones resultan brillantes descubrimientos) es tal la reverencia y el respeto que tiene por el universo Star Wars que uno siente a El despertar de la fuerza casi como una remake de la primer película, con una nueva Estrella de la muerte incluida a la que hay que destruir de manera similar. Por otro lado, la película también sufre el clásico problema de estructura episódica que tienen todas las sagas, con interrogantes sin responder y pistas varias que serán retomadas en las películas posteriores. Aun así, es mucho lo bueno que hay en El despertar de la fuerza como para que sigamos confiando en viajar a esa galaxia muy muy lejana y sentirnos como niños nuevamente. La Fuerza (y los millones) por ahora están de su lado.