Episodio VIII, como toda película del universo Star Wars, tenía un peso enorme encima. Las expectativas que había cumplido Episodio VII, en algún punto, se le habían vuelto en contra. La vara estaba muy alta, y la vuelta de Luke Skywalker que su predecesora impuso, quedaba por resolver, dejando todo para ganar, y al mismo tiempo, todo para posiblemente perder.
A esto se suma que si bien, es la octava película de la saga episódica, tenía el enorme trabajo de ser la segunda de su propia trilogía, básicamente sumando más presión, más responsabilidad y más riesgos.
Con todo eso en mente me senté a ver la película. Y a los cinco minutos, me olvide que estaba viendo la película como un crítico, y me dedique a disfrutarla. En medio de la secuencia inicial, el Manuel de 43 años, que vio muchísimo cine, que es un poco cínico y bastante critico, se transformo en el Manuel de 1983, con 9 años, viendo en el cine Lido El Regreso del Jedi con mi padre, y sumergiéndome en ese universo que era tremendamente familiar, pero a su vez, nuevo y cambiante, porque una cosa es segura después de esta película: hay un antes y un después de Episodio VIII.
Rian Jonson tiene muy claro que la saga fundacional de las Operas Espaciales tiene que tomar otro rumbo, no solo tenemos que resolver esta historia, la saga de los Skywalker y los Solo, sino que va a haber un Episodio X, XI y XII. Hay historias después de estas, y de a poco se empieza a ampliar el universo para mostrarnos que eso, que no nos animamos a creer posible, tal vez lo sea.
En cuanto a lo técnico, la película esta a la altura de las anteriores. Se le nota un tono propio que la separa y tiene la firma del director más visible, pero a su vez, mantiene la cohesión con la saga. Hay momentos en medio de las escenas de acción con una belleza estética y un cuidado más allá de los efectos y la pirotecnia, increíbles. Y a su vez, por primera vez en mucho tiempo, no me molestaron los personajes digitales, ni me parecieron burdamente notorios los generados por computadora.
El guión, acuñado por el propio Rian, tiene sus problemas, como todos los guiones de grandes producciones que tienen que balancear el pasado, el presente y el futuro de una de las sagas más importantes de la historia del cine. Pequeños problemas que no le hacen mella real a la película. Muchos criticaran los gags salpicados a través de la cinta, pero los momentos de humor, si bien a veces son un poco colgados y salen de la nada, son tremendamente efectivos y de los mejores que tiene la historia de los Skywalker.
Bien actuada, usando la nostalgia en cuotas precisas y la innovación donde corresponde, la película no solo es digna, sino que con el tiempo, se va a convertir en fundacional para el universo Star Wars, como la historia donde empezó el fin de la trilogía original, y nos animamos a pensar que hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana, hay muchas mas historias para contar.