Star Wars: The last Jedi, el episodio VIII, es la segunda entrega de la tercera trilogía de la saga de La guerra de las Galaxias, la cual comienza exactamente donde nos dejó la entrega anterior. Continua el enfrentamiento clásico entre las dos fuerzas pero con la nueva generación de Rey y Kylo Ren. Se profundiza la trama psicológica de ambos personajes mediante el clásico dilema "Shakesperiano" planteado en Hamlet: ser o no ser, (incluso Ren cargará con su casco negro cuan Hamlet su calavera) pujando ambos personajes los polos internos del yin y yang.
A nivel estético, la belleza visual de horizontes lejanos tanto espaciales como de naturaleza siguen deleitando al espectador con su inmensidad.
Quizás su mayor defecto es abusar del recurso de exponer el artificio constantemente y un exceso de guiños para el espectador, que no están para reflexionar acerca del metalenguaje sino simplemente como un guiño obvio al típico fan. Se extraña a Harrison Ford y su personaje Han Solo, pero para disminuir ese sentimiento aparece Chewbacca y su comicidad.
Si bien tiene algunos elementos que no cierran a nivel narrativo y dentro de la lógica diegética, como así también algunos "poderes" exagerados y sobredimensionados de los protagonistas más antiguos de la saga, se considera que es entretenida y dejará contento a la mayoría de los espectadores, sean fanáticos extremos, fans aplaudidores o simples mortales como quien escribe. Por supuesto que nada igualará la primera trilogía, aún así el episodio VIII es correcto, aunque poco original.
Se celebra el aumento cada vez más notable en la saga de la presencia femenina y del co-liderazgo de sus protagonistas, como así también un intento por profundizar sobre el concepto de guerra y el tráfico de armas, aunque este planteo no se termina por profundizar.