El despertar de la fuerza
Otro año más de Star Wars, y muy a pesar de mi fanatismo por la saga, creo que hace falta descansar un poquito. No mucho. Lejos de ser la peor película de la franquicia, ni por asomo es la mejor. Y con no quiero decir que sea mala, sino que por muchas razones no alcanza.
Los últimos Jedi inicia justo donde termina El despertar de la fuerza y lo hace de forma inmediata con la acción. No se toma tiempo para explicar quién es cada uno ni qué rol cumple. El tema central nos lleva a la lucha del bien contra el mal pero nos deja reflexionar acerca de la naturaleza de las guerras que refleja al mundo real. Además tenemos el conflicto interno de cada uno de los personajes (sobre todo en Rey y Kylo). Los últimos Jedi es una película distinta a las demás, que incluso si estuviera aislada de la saga, tranquilamente podría ser considerada antológica. Tiene identidad propia. Desde ya que hay referencias a todo lo que ya conocemos, pero transita por muchas historias. Tenemos a Luke y Rey; a Kylo; a Poe y Leia; a Finn y Rose. Todo esto permite que la trama sea una pero logre bifurcarse. Y más allá que esto significa una gran a puesta a nivel guion, posiblemente sea lo menos satisfactorio del film.
Comencemos por Luke (Mark Hamill) y Rey (Daisy Ridley). Hamill sigue demostrando que es uno de los grandes valores de Hollywood. Es de esos actores que en un instante lo estás amando y en el otro odiando. Tiene esa facilidad de meternos en situación que pocos lo hacen. Su papel en este Episodio VIII, lejos de ser una mera participación, es el alma de la película: impecable. Muy en contra parte con el personaje que interpreta Ridley: si en El despertar de la fuerza es la protagonista indiscutida, en esta oportunidad la dejaron jugando con el sable. Prácticamente no hay escena donde pueda lucirse por sí sola.
Kylo Ren (Adam Driver) es el segundo personaje en demostrarnos por qué está ahí. Tiene todo el crecimiento que le faltó al Episodio VII. Conocemos más sobre el origen de la oscuridad en él y entendemos hacia dónde se dirige. Quienes lo criticaron a Driver, tendrían que considerar cambiar de opinión.
En otro extremo tenemos a Poe (Oscar Isaac) y Leia (Carrie Fisher). Ambos juegan la parte más divertida de la película. Sí, hay que decir que hace ruido la irrupción del “humor marveliano” en Star Wars. Pero en algunas situaciones llega a descontracturar con tanta tensión. Poe consigue hacerse un nombre por sí solo (no necesitará de ningún personaje más) y a Leia se la ve absolutamente fresca. Probablemente junto a la Vicealmirante Amilyn Holdo (Laura Dern) protagonice la escena más memorable de Los últimos Jedi.
Y finalmente tenemos a Finn (John Boyega) y Rose (Kelly Marie Tran), con una historia que no cierra por ningún lado y pareciera no ser más que una excusa para incorporar un nuevo personaje asiático. Es una subtrama que además incluye a Benicio del Toro, completamente forzado, y hace que la película dure más de lo que debería.
¿Qué sucedió con Phasma? No lo sabemos. Apenas aparece 10 segundos, sin explicación. BB-8 nuevamente es el gran triunfador y los Porgs, esas aves nativas del planeta Ahch-To donde el Maestro Jedi Luke Skywalker hizo su exilio, tienen muy buena participación en la historia sin llegar a verse forzados.
Una de las grandes virtudes del film de Rian Johnson es que todo el tiempo nos desconcierta. La película tiene muchos giros en su trama, lo que hace que si bien se torna larga por momentos, no deja de asombrar al espectador. Cuando creemos que irá hacia un lado, torna hacia otro, y el conflicto retoma. El director supo darle buen ritmo a la película.
Halagar los efectos visuales en el 2017 no sería algo trascendental si no fuera porque hemos tenido grandes decepciones este año. Debemos decir que Los últimos Jedi deslumbra en este aspecto con el uso de la tecnología y sin el abuso desmedido del CGI. Y en cuanto a la música, impecable de la misma forma, podrán notar en tres oportunidades que su nivel desciende de lo normal del resto del film, para dar lugar a que la escena sea más importante. Gran acierto creativo.
Este nuevo episodio está lleno de nostalgia y mucho simbolismo. La escena final (que no comentaré para no spoilear) nos deja con esperanzas para la nueva película que veremos en 2019. Más allá de los tropiezos, muy probables por no permitirse el tiempo de elaborar una obra de excelencia, la saga está más viva que nunca.