Stefan Zweig fue un escritor y activista social austríaco judío, que con la irrupción del nazismo debió emigrar. La película que se estrenó esta semana lo toma en sus años finales, precisamente en su exilio entre Brasil, nuestro país y los Estados Unidos.
Zweig y su última esposa tomaron una decisión drástica, que no vamos a revelar o recordar aquí, pero que al filme de la actriz alemana Maria Schrader lo marca definitivamente.
Es que desde su comienzo -una recepción en Brasil, rodada en un extenso plano secuencia, que muestra desde cómo se prepara una mesa enorme para un banquete hasta que Zweig asiste y es saludado- la película lo muestra más como un hombre preocupado por la suerte de quienes puedan escapar de régimen de Hitler que con su obra.
La realización, entonces, podría sugerir emoción, pero en vez de ello hay mucho diálogo explicativo y poca tensión dramática. No es ésta una realización “fría”, pero…
Es que Zweig encontró en Brasil una realidad multiétnica que lo subyugó, en clara contraposición a lo que estaba sucediendo en Europa. La película, que está dividida en cuatro capítulos, transcurre desde 1936 hasta 1942.
Entre los rostros conocidos que aparecen -además del de Josef Hader, también director- están el de nuestro compatriota Nahuel Pérez Biscayart, hablando en portugués, y Barbara Sukowa, como una esposa anterior del protagonista con la que se encuentra en los Estados Unidos.