Sólo se salvan algunas coreografías en 3D
Hay un dicho que asegura que las películas musicales se parecen a las pornográficas, debido a que hay que aguantarse las partes habladas hasta que llegue el próximo número musical. En el caso de este film lo que hay que aguantar es bastante pesado, ya que la trama y el elenco no dan para mucho. Por otro lado, las partes musicales tienen coreografías tan exageradas que a la tercera escena de baile el asunto se vuelve repetitivo y excesivamente fantasioso (aunque algunas lucen en 3D), más allá de que no se espere realismo de esta franquicia que ha tenido el olfato, al menos en su primera entrega, de lograr que desconocidos se vuelvan estrellas.
De todos modos, es difícil pensar que alguien de este elenco pueda llegar al estrellato con esta trama así como está ejecutada. Hay una chica que llega a Miami con todas las ganas de ser bailarina profesional y, no bien llega, empieza la chispa romántica con un joven local, justo el que ve amenazado su barrio por el emprendimiento inmobiliario del padre de la protagonista. Este enfrentamiento no llega a un «Romeo y Julieta» ni tampoco a un «Amor sin barreras», pero permite agregarle la palabra «revolución» al título de la película, ya que pronto se organiza una especie de protesta danzante contra el emprendimiento amena
La música, con algo de Jennifer Lopez y una pizca de Justin Bieber tampoco ayuda mucho.