No te quedes quieta
Miami. Imágenes típicas de publicidad de aperitivo. Relieve del 3D usado sin pudor alguno para los músculos de los chicos y las curvas de las chicas, que se arquean para las cámaras. Chico que trabaja de mozo. Chica hija de magnate hotelero. Ambos bailan. El magnate, en algún momento, tendrá un proyecto inmobiliario en el barrio del chico. Las peripecias y los nudos argumentales ya los conocemos, incluso hemos oído infinidad de veces las frases que los actores dicen convencidos y sin sonrojarse. Hay planos que ya reconocemos, situaciones musicales familiares: ya vimos Flashdance y Breakdance , y también West Side Story (ir más atrás no tiene sentido, no estamos en el mundo del musical clásico). La historia de Step Up 4 ya la sabemos de memoria, podemos adivinar el final. En ese sentido, los defectos de esta película son más que evidentes, se resumen en las preguntas ¿otra vez lo mismo? y ¿para qué estirar los conflictos que se generan por el ocultamiento de información entre personajes? La repetición de estos mecanismos y de los componentes melodramáticos (el origen de clase, las peleas padre-hija) es lo que menos interesa de Step Up 4 .
Pero hay otros elementos más allá de la historia-fotocopia: las coreografías que realiza el grupo del protagonista, llamado The Mob, son en su mayoría pequeñas joyas de ritmo, montaje y utilización del 3D. El baile y la planificación del movimiento (gran trabajo del coreógrafo Jamal Sims y su equipo) son brillantes, energizantes, espectaculares. Cuando la película baila todo mejora -salvo en el número ominoso, equivocado en las intenciones-, y el 3D se vuelve crucial para separar los múltiples líneas de bailarines en estas "flashmobs" (multitudes instantáneas), para que sus movimientos impacten más. Con referencias simples pero atinadas a la cultura web y puro infantilismo anticorporativo (que se evapora velozmente al sol), Step Up 4 es una película mediocre cuando se queda quieta, pero que cuando se mueve es extraordinaria y asombrosa, sobre todo en la primera performance "de protesta", en los múltiples bailes del final y en el maravilloso principio en Ocean Drive, la calle más emblemática de Miami Beach (no lleguen tarde al cine).