La revolución en la era Glee
La cuarta entrega de la exitosa saga Step Up, que comenzó allá por el 2006 con el lanzamiento de la carrera del ascendente Channing Tatum, llega a los cines argentinos para contarnos la historia de un grupo de baile llamado The Mob que irrumpiendo y bailando en cualquier momento y lugar de la cotidianeidad en la ciudad de Miami busca ganar un concurso en el cual el vencedor se llevará un suculento premio de 100.000 dólares. Los objetivos del talentoso grupo se ven drásticamente modificados cuando un magnate quiere demoler su barrio para convertirlo en un lujoso hotel, allí The Mob intentará parar dicha obra con espectaculares secuencias de baile a modo de protesta.
La saga Step Up siempre se ha caracterizado por apuntar a un público juvenil que busca pasar un buen rato con espectaculares coreografías, una historia de amor ¿palpable? y sensible y no mucho más que eso. Aunque hay que destacar que en Step Up 4: La Revolución hay un interesante planteo del baile como lucha contra el sistema y como elemento principal para desarrollar una revolución. Si nos basamos en el realismo, pensar que por medio de un par de bailes van a derrocar dictadores o evitar que se destruyan sus casas es ridículo, pero justamente una de las cosas para las cuales está el séptimo arte es para hacernos creer por un poco menos de dos horas que un par de espectaculares coreografías pueden cambiar el mundo. Obvio que la revolución es edulcorada y con poca profundidad, pero no podemos pedir más a un musical que se desarrolla dentro de los parámetros que ha impuesto la era Glee desde la televisión. Tampoco hay que dejar de lado que ese idílico planteo tiene como consecuencias que la película sea más ambiciosa en su desarrollo y por lo tanto más riesgosa en su apuesta. El resultado que da esa apuesta es un film regular que si bien no llega a justificar tamaña postura, tampoco tira por la borda sus buenas intenciones.
Las escenas de danza ideadas por Scott Speer son lo mejor de Step Up 4: La Revolución y resultan altamente disfrutables y espectaculares, aunque hay en la puesta en escena de las mismas una repetición de recursos que las torna algo monótonas y poco innovadoras, dejando demasiado en soledad el talento expresado por los bailarines.
El elenco encabezado por Ryan Guzman y Kathryn McCormick no se destaca demasiado por sus labores cómicas/dramáticas y la lógica de este tipo de cintas indica que sus actuaciones sólo deben servir para justificar el paso a las secuencias de baile. El problema aquí se da porque hay una historia detrás (con todas sus limitaciones) que intenta trascender más allá de los límites de esa justificación y es allí cuando se necesitan actores más comprometidos con el curso romántico y dramático de la película.
Step Up 4: La Revolución se queda a mitad de camino de ser un buen producto de entretenimiento por sus propias pretensiones y limitaciones.