Puede que Steve Jobs no haya sido el hombre que cambió el futuro, pero sí, sin lugar a dudas, fue el que supo venderlo. Y para ello lo empaquetó en su mejor envoltorio minimalista, empleó decenas de conceptos “cool” y se adueñó (reconocidamente) de la palabra “diseño”, al menos en cuanto a lo que tecnología informática se refiere. Deificar al más hábil (y megalómano) de los empresarios del rubro es sencillamente demasiado, y de eso ya se encargaron interminables y tristes homenajes (entre ellos, el de la fallida Jobs, interpretada por Ashton Kutcher). Por eso Aaron Sorkin, codiciado guionista evidentemente apasionado por estos enormes pero imperfectos personajes, baja a Tierra a uno de los nombres más importantes del Siglo XX y comienzos del XXI. Para ello cuenta con un arsenal de anécdotas que parten al relato en tres actos, en un guión episódico que representa momentos clave de la vida del creador de la Mac.
El primero de estos capítulos corresponde al lanzamiento de Macintosh en 1984, en el momento en que la compañía de Jobs suponía un desafío ante la supremacía de la PC. Es en éste tramo en donde aparecen los primeros rasgos tan particulares que definieron la compleja personalidad de Steve Jobs: su hija digital, la Mac, recibe más atención y manutención que su hija biológica, a quien en un principio éste ni siquiera se digna en reconocer. Su ex pareja, Chrisann Brennan (Katherine Waterston), entre reclamos y llantos, esboza el lado oscuro del “genio” de la computación, aunque su propia figura es posteriormente cuestionada en un guión que deja en claro que no hay héroes ni villanos en la vida real, sino apenas humanos.
El segundo episodio rememora los días de la Next, segunda compañía que Jobs funda tras ser echado de su propia empresa por John Sculley (Jeff Daniels), quien acaso fuere una suerte de figura paterna en sus comienzos, y también retoma anteriores conflictos aún latentes como el de la paternidad no reconocida, a la vez que avanza sobre las idas y venidas de su amistad con Steve Wozniak, el verdadero cerebro y co-autor de la Macintosh tal como la conocemos.
El tramo final avanza varios casilleros y presenta la iMac allá por 1998, ese inesperado y descomunal éxito que volvió a poner a Mac en el centro de atención, y terminó definiendo el lineamiento conluyente de la empresa: diseño, mucho diseño, interfax amigable y, claro, abultado sobreprecio.
Dirigida por Danny Boyle (28 Días Después, 128 horas, Trainspotting), Steve Jobs es una biopic que le escapa a los convencionalismos del género y concentra su mirada en lo humano del personaje, desmitificando al mismo a través de su cotidianidad. Su dirección aporta el enorme dinamismo que el guión de Sorkin pide desde el texto. El trío de talentos se completa con Michael Fassbender en el rol protagónico, que no se asemeja físicamente al verdadero Steve Jobs pero sí logra capturar su enigmática esencia.