UNA MIRADA CERCANA A LA ADOLESCENCIA
Sublime es una rareza dentro del cine argentino: Es un relato de adolescentes, pero no de esos adolescentes estetizados, impostados y tristes del Nuevo Cine Argentino. Acá hay pibes que actúan como tales, en un universo que los contiene con sus raptos de emoción y tristeza, sin obviar la melancolía pero sin un plan conceptual de esos que son efectivos en el circuito festivalero. Sin embargo la película de Mariano Biasin no es solo una rareza por eso, sino porque el tipo de película adolescente que es, es algo de lo que carece la cinematografía nacional: Un relato vibrante, emocionante, divertido por momentos, contado con un nivel de proximidad que también evidencia un problema. ¿El cine nacional tiene público para una película como esta? La respuesta es no. Y en eso, además, exhibe cierta valentía.
Acá hay cuatro amigos con sus códigos, tienen una banda de rock y están preparándose para tocar en el cumpleaños de uno de ellos, evento que piensan como el gran lanzamiento del grupo. Se hacen jodas, se acompañan, pero también viven algunas decisiones de los otros como traiciones. Adolescencia. Y el conflicto principal precisamente tiene que ver con la gran tragedia de esa instancia de la vida: el amor y sus complicaciones, porque uno de los pibes está enamorado secretamente de otro, que para colmo de males es su mejor amigo.
Biasin cuenta una historia de amor homosexual en la que queda de lado el dilema de la aceptación y revelación de la identidad sexual (ningún personaje reacciona negativamente a la revelación del protagonista y para el protagonista el conflicto parece ser otro) para tirarse de cabeza al romance y al rechazo como límite dramático. El director construye un universo creíble, de personajes que vuelven real esa amistad que viven, pero también de extremo rigor a la hora de mostrarlos tocando y componiendo canciones. Lástima que hacia el final, en un gran problema que sufren muchas películas de estos tiempos (la desconfianza acerca de si ya está dicho lo que había que decir y el exceso de subrayado), hace una de más como para reforzar una idea que ya había quedado bien delineada. Puede ser algo mínimo, pero en verdad revela un poco cómo a veces las ideas en el cine del presente están por encima de lo que la narración necesita.