Memoria de un luchador
La película de Alejandro Magnone indaga con amabilidad en la etapa crepuscular de la vida.
Tadeusz (Héctor Bidonde) tiene 90 años, nació en Polonia, es judío y comunista. Luchó en la Guerra Civil Española junto al batallón de voluntarios extranjeros. Después vino a la Argentina y se dedicó a la albañilería para olvidar todo. Trabajó en la perforación del túnel del subte de Buenos Aires. Pasó los años bajo tierra hasta que se jubiló. También es un experto ajedrecista.
El nonagenario tiene que tomar pastillas para la memoria, pero se niega a hacerlo porque dice que el medicamento afecta su vida sexual. A pesar de la edad, se las ingenia para hacer travesuras, como estar de novio con una veterana. Tadeusz quiere seguir haciendo las cosas que hacía de joven y no hace caso a los consejos de quienes lo rodean, en especial a los de Orlando, una especie de hijo adoptivo que lo cuida.
Dedicada al padre, abuelos y maestros del director Alejandro Magnone, Subte–Polska trata con mucha ternura a sus personajes. Es una película amable sobre la memoria y el crepúsculo de la vida, con momentos muy graciosos y actuaciones sólidas, sobre todo la del protagonista, que es el que sostiene el filme. El único que desentona (y no porque sea un mal actor) es Miguel Angel Solá, que hace de un anciano cuando no lo es, y cada vez que aparece interrumpe el realismo de la historia.