Al Este del paraíso
Varias son las formas de introducirse en este texto cinematográfico escrito por los hermanos Cohen y dirigido por George Clooney. Es evidente que en manos del director de “Buenas noches y buena suerte” (2005) el mismo iba a tener su impronta pero simultáneamente, se respira durante todo el metraje el respeto que George Clooney le profesa a los responsables de “Fargo” (1996), pues el presente trabajo se les muestra como deudor.
El filme abre con lo que podría determinarse una campaña publicitaria vendiendo, a partir de sus bondades idílicas, un lugar para vivir al cual llegan sus futuros pobladores, todos muy americanos, en tanto imagen, de todas partes del gran país del norte, con las comodidades de una gran ciudad, pero eliminando los peligros que estas acarrean.
Estableciéndose en sus posibilidades como una gran metáfora la película se instala a pocos años del Macartismo; pero en clara alusión al proceso actual bajo la presidencia de Donald Trump.
Dos tramas se desarrollan en la misma. Por un lado, la falacia del “american way of life”, transformada en drama cotidiano, en un suburbio de los Estados Unidos, ante la llegada de una familia afroamericana. Por otro, como relato que hace progresar las acciones dentro del género del thriller. Es aquí donde parece establecerse la importancia del discurso del filme, pero nunca deja de lado la discriminación en forma de subtrama, y en esa conjugación se observan los mayores aciertos expresivos de la dirección.
Por una parte, se establece un delito que deriva en un misterio criminal del que es objeto un tranquilo grupo familiar de Suburbicon, hasta ese momento todo un paraíso para vivir, que procederá en lo peor de la humanidad manifestado en las vidas de la gente corriente.
Cuando un allanamiento de morada se vuelve mortal, una familia aparentemente perfecta empezará a hacer uso del chantaje, la venganza y la traición.
Si bien por momentos el tono juega con cierto humor, este se convierte en claro cinismo, sin alejarse de la estructura narrativa impuesta por momentos muy cercana al universo hitchkockiano.
Matt Damon en el papel del padre de familia Gardner enfatiza la construcción del mismo en lo realmente verídico que puede ser este tipo de personaje. Julianne Moore en el doble papel de esposa y cuñada de Gardner, hace alarde de sus capacidades histriónicas, más la presencia de un hijo de la pareja de once años.
Todo va sobre los carriles establecido en la promoción del lugar, hasta que se produce ese hecho delictivo que termina en desgracia, y a partir de ahí se despliega toda una lista de las bajezas humanas.
Posiblemente lo mejor de la realización sean las actuaciones de sus protagonistas, ellos con su performance sostienen la historia.
Lo otro viene después, cuando termina. Al repensar un texto que le agrega mayor riqueza que la del cuento liso y llano, y es lo que le otorga mayor cuantía.
A partir de esto es que a “Suburbicon” se la podría pensar como una muy buena comedia, negrísima, que satiriza con talento cruel al tiempo que avergüenza por el doble discurso y la mediocridad de la sociedad estadounidense
(*) Realizada en 1955 por Elía Kazán.