Suburbicon: bienvenidos al paraíso

Crítica de Jessica Blady - Malditos Nerds - Vorterix

NO HAY LUGAR COMO EL HOGAR

George Clooney nos lleva de paseo a la década del cincuenta, mucho más violenta de lo que pensamos
Como muchos de sus colegas, un día George Clooney decidió plantarse detrás de las cámaras y probar suerte con la dirección. Podemos decir que, en promedio, sus trabajos son bien recibidos por la crítica y el público, pero venía de capa caída tras la fallida “Operación Monumento” (The Monuments Men, 2014).

Para su próximo acto, el realizador decidió desempolvar un viejo guión de los hermanos Coen, un drama criminal con todo el toque de los responsables de “Fargo” (1996) que, además, toca sensibilidades muy actuales.

Estamos a finales de la década del cincuenta en una idílica comunidad suburbana estadounidense. Uno de esos bonitos barrios de casas con jardines bien cuidados y vecinos amigables, cuyos habitantes parecen desconocer lo que acontece más allá de sus cercas. Suburbicon es el lugar ideal para criar una familia, una utopía caucásica que se ve amenazada tras la llegada de los Mayers, una pareja afroamericana y su pequeño hijo, que buscan las mismas comodidades que sus colindantes.

Esta “invasión” al estilo de vida americano no cae muy bien en la comunidad que, en seguida trata de echarlos a toda costa, pero los Mayers no se dejan intimidar y hasta el pequeño Andy consigue hacer buenas migas con Nicky Lodge, su vecinito más cercano.

Los Lodge no parecen incomodos con la mudanza de los Mayers, pero pronto vivirán la violencia en carne propia. Una noche, Gardner (Matt Damon) y su familia son sorprendidos por un par de ladrones y, como consecuencia del atraco, la frágil salud de Rose (Julianne Moore) se deteriora y muere al poco tiempo. Viudo y con un hijo pequeño, Gardner busca el apoyo de su cuñada Margaret (también Julianne Moore), pero nada es lo que parece tras la puerta de esta casita suburbana, la punta del iceberg de una historia de traiciones, violencia y venganza.

Clooney se esmera en cada uno de los detalles y se rodea de grandes actores y amigos. La puesta en escena es impecable, y el toque de los Coen se percibe a simple vista, pero el director carece de la mirada sarcástica y oscura de los hermanos y la trama de “Suburbicon: Bienvenidos al Paraíso” (Suburbicon, 2017) sólo cae en un thriller demasiado violento y predecible, incómodo de mirar por momentos, y aún más difícil de disfrutar.

Clooney nos muestra el sinsentido y el racismo que azota a esta comunidad como un reflejo del florecimiento xenofóbico que impera en los Estados Unidos desde la llegada de Trump al poder, y se esmera en la yuxtaposición con esta otra familia tan perfecta a simple vista, pero tan cargada de secretos. Nos dice que no hay peor ciego que el que no quiere ver y que las apariencias engañan, y termina cayendo en una moralina de manual y una agenda (anti)política que podría haber resuelto de otras maneras muchísimo más efectivas.

“Suburbicon” se queda en el camino de todo, y ni siquiera su trama de misterio resulta tan atractiva. La historia se beneficiaría mucho más con ese agregado de humor negro tan característico de sus guionistas, pero en cambio elige el gore, la “justicia social” y la violencia desmedida, que terminan impactando contra el pequeño Nicky, el verdadero centro de este relato tan macabro.

La película de Clooney se disfruta hasta cierto punto, justamente, por sus fallas. Después se convierte en una historia demasiado incómoda para tratarse de una ficción ambientada en medio de la “inocencia americana”, plagada de personajes arquetípicos, actuaciones un tanto exageradas y demasiado pesimismo a la vista, incluso en esta época donde nos tenemos que bancar a Donald Trump como líder del mundo libre (¿?).