Después de Secretos de Estado y Monuments Men, George Clooney dirige esta comedia negrísima, en la línea de El cartero siempre llama dos veces y Simplemente Sangre (el guión suma las firmas de los hermanos Coen) pero desde el punto de vista de un niño que observa cómo su padre y su tía se unen, libre y sospechosamente, tras la muerte violenta de su madre. Él es el corazón de la historia y el personaje más acabado, a diferencia de los adultos que lo rodean, cuya naturaleza, acciones y reacciones, cuesta entender. Clooney suma a una trama policial -con tintes más hitchcockianos que de James M. Cain-, apuntes raciales, religiosos y sociales cuya articulación en la trama tampoco se entiende bien. Hay una puesta elegante, que saca provecho de la estética de los años cincuenta en que se basa, y también grandes intérpretes: el estupendo Noah Jupe, Matt Damon, Julianne Moore, Oscar Isaac. Pero con su narración alto estática, Suburbicon no termina de encontrar el tono para convencer, ni llega a conmover.