Así como existe en la ficción un pysique du role ideal de los actores para tal o cual personaje, el cine demanda una forma de realización ideal para determinado contenido. Cuando estos factores se conjugan la cosa fluye distinto y provoca una dinámica pura a la cual se le pueden destacar detalles a favor o en contra, pero en definitiva se da un funcionamiento lo más acorde posible a la propuesta.
Con esto dicho, el género documental encuentra en éste tipo de decisiones una parábola ideal que se traza entre los realizadores y los receptores de cada obra que a veces sientan las bases inspiradoras para el tan postergado abordaje de nuestra historia en todos los aspectos sociales, políticos y económicos que en definitiva definen nuestra cultura. El estreno de “Sucio y desprolijo: El Heavy Metal en Argentina” planta una semilla más para aportar a las dos grandes “deudas” (las comillas no son críticas sino una expresión de deseo) que la ficción nacional tiene con el fútbol y con la música.
Para los neófitos y no tanto, éste estreno bien podría ser una continuación conceptual de aquél gran documental llamado “Argentina Beat” en el cual Hernán Gaffet exploraba en las raíces de nuestro rock, empezando por los ‘50 con Eddie Pequenino a la cabeza, todo relatado por Lalo Mir.
La película de Paula Alvarez y Lucas Calabró toma, tal vez sin proponérselo, una posta que a fines de los ‘70 iba a bifurcar el camino del rock en distintas corrientes. Así, con testimonios de los artistas más representativos del Metal Pesado y especialistas se irá tejiendo y construyendo el árbol genealógico de la parte más rebelde, contestataria y protestante del rock en el mundo, pero en Argentina en particular.
Los directores se apoyaron claramente en la palabra calificada de hacedores y críticos para poder armar el andamiaje del texto, y un poco menos en el material de archivo que, salvo por algunos fragmentos de verdaderos hallazgos, en la investigación histórica, no representan en su esencia un elemento determinante del mensaje (imperdible la anécdota del “doble bombo” de V8).
“Sucio y desprolijo: el Heavy Metal en Argentina” es un abrazo (ya el nombre remite a uno de los grandes temas de Pappo's Blues) a la forma de escribir esta página de nuestro rock, acaso la que más escollos, prejuicios y rechazos ha recibido desde su nacimiento. “…Para mí el Heavy Metal no es el tipo vomitando en el rincón…” dirá Gustavo Zavala de “Tren Loco “...las letras del metal son un grito de rebeldía. Es como gritar en el medio del desierto, tenés que gritar más fuerte para que te escuchen…”
Desde Alejandro Nagy, César Fuentes Rodríguez y Alfredo Rosso (especialistas) a Alejandro Medina, Michel Peyronel y Gustavo Rowek, el texto se hará carne en las imágenes y alma en las palabras para poder acercar una gran porción del gen de toda esta historia que acaso se transforme en las banderas eternas de la crítica feroz al sistema. Una descarga para el “no puedo más” del tipo que se resigna.
La realización es convencional en su forma, pero absolutamente necesaria como testimonio para las próximas generaciones. El rock pesado está vivo y esta película llegó para demostrarlo.