Publicidad de dos horas de una fantasía nerd
Al director de 300 y Watchmen siempre le dio por resaltar el aspecto visual. Un artista de la imagen, podrían decir. Para mí siempre se notaron sus raíces televisivas, de la publicidad, más que nada en sus últimas películas. No es un mal director: Watchmen es una muy buena película, pero quizás mucha de la ayuda venía de los cómics de Alan Moore. En 300 (película que me resulta indiferente, más bien tediosa) se nota más la falta de peso en los personajes. Sí: se veía muy linda, pero la emoción del combate era nula. Acá pasa lo mismo.
El comienzo de Sucker Punch prueba que Snyder puede ofrecer mucho más. La secuencia inicial empieza con un cover de "Sweet Dreams" por Emily Browning (la misma protagonista, que también hace covers de "Where is my mind?" de The Pixies) y la paleta de colores monocromática estéticamente está muy bien y acompaña el duro momento que atraviesa la heroína: acaba de quedar huérfana y su padrastro planea violarla. La situación se resuelve de manera tal que ella terminará en un manicomio. Allí la película desbarranca. En primer lugar, porque no ofrece nada nuevo ni original (la primera prisión de la cual deben escapar es la de... sus mentes). En segundo, porque el director se empieza a copiar a sí mismo. Mucho slow-mo (interminables secuencias injustificadas en cámara lenta), enormes bichos CGI (que se ven sumamente falsos y caricaturescos, aunque carecen de la gracia de una caricatura), músicalización obvia (una cosa es que sea linda música y otra es que esté bien usada). De lo que prometía el director de la remake de El amanecer de los muertos, hay poco y nada. Esa película sí que era un festín, aún con todos sus errores. Un clásico moderno del cine B. Sus películas siguen siendo clase B, pero se creen clase A.
Si uno recuerda la película, más bien recuerda segmentos como si de una publicidad o un comercial se tratara y no de los mejores, precisamente. Supongamos: toda la introducción podría haber sido un videoclip. Y no estaría mal. Es la forma por al forma misma. Sin embargo, las intenciones de Snyder van más allá (sus historias requieren ir más allá) y buscar, encontrar, personajes humanos. Que aporten una nueva dimensión al asunto. Las heroínas viajan a través de distintos mundos, pero en ninguno de ellos sentimos peligro. Cada uno representa, más que un estado mental, una fantasía nerd: nazis-zombies durante la Segunda Guerra Mundial; orcos, dragones, y castillos medievales; androides y ciudades futurísticas como si hubiesen escapado de la novela de Isaac Asimov; todos ellos despedazados por (esto no es un punto a favor de la película: son cinco) chicas lesbianas (al menos tres lo son) bellísimas pero rudas. También, representan otro tipo de fantasías adolescentes. La líder está vestida de colegiala y usa un sable samurái. Lo absurdo de todo este planteo hace que sea una premisa prometedora y tentadora. Imaginen este material en manos de Robert Rodriguez. Sería un espectáculo divertido. En manos de Snyder definitivamente no es divertido. La única línea que más o menos inspira una sonrisa es la del capitán del grupo, al referirise a los nazis-muertos-vivos: "No se preocupen en matarlos... ya están muertos".
La solemnidad abunda en esta película, cuando, por el contrario, el planteo original pide a gritos que no se la tome en serio. Ni siquiera es "impecable" desde el apartado visual. La catarata de efectos generados por computadora deja de atraer a la vista a los 20 minutos de película. Y todavía nos faltan 100 más. Mejor vayan y compren un videojuego. Al menos, tienen control sobre los personajes.