Una trama que se apoya en un sólido guión para un film cargado de horror y suspenso
Muy pocas veces la cinematografía nacional incursionó en el género de terror, y cuando lo hizo esos films sólo podían calificarse en la categoría B. El director platense Adrián García Bogliano decidió, en cambio, jugar una arriesgada apuesta, y así nació este film, que contiene todos los elementos para atemorizar a los espectadores más sensibles. Al principio, la historia se plantea como una película romántica, pero no tarda en transformarse en una montaña rusa de horror. Hay aquí un joven que busca a su novia desaparecida y, con la ayuda de una amiga incondicional, comenzará la investigación para dar con el paradero de su pareja.
Una tétrica casona será desde entonces el escenario en el que ambos incursionarán para encontrar a la joven desaparecida, y allí, entre penumbrosos pasillos y muebles desgastados, comenzará una aventura. Puertas que rechinan, gritos que sobresaltan y charcos de sangre son, desde entonces, lo que se presenta a los ojos de la pareja que, muy pronto, deberá poner en juego todo su ingenio para salir indemne de la persecución de los malvados sujetos. Al estilo de esos films de terror a que nos tiene tan acostumbrados la cinematografía norteamericana, Sudor frío va ganando en suspenso y en emoción.
Los jóvenes deberán comprobar de qué manera los individuos que secuestraron a la novia de quien se desespera por hallarla conviven entre la amistad y el rencor. Uno de ellos posee el poder de mando; el otro, en cambio, será el torturador que corta cabezas y brazos a un grupo de personas que, horriblemente mutiladas, se desesperan por escapar de ese infierno.
El realizador no escatimó crudas escenas ni permitió que los nervios de los espectadores reposaran en ningún momento, ya que las más crueles situaciones se van hilvanando a través de un guión bien elaborado al que los efectos especiales le brindaron todo su necesario andamiaje.