Potente melodrama bélico, aunque lejos de Irene Nemirovsky
La novela inconclusa de Irene Nemirovsky, editada mucho después de su muerte, se convirtió en un best seller al conocerse hace una década, pero evidentemente esta visión de primera mano del drama de la guerra con especial foco en la convivencia y el colaboracionismo en la Francia ocupada tiene un tratamiento más esquemático del que se podría suponer dada la naturaleza de su fuente literaria.
Es que la adaptación del director Saul Dibb convierte la novela de Nemirovsky en un melodrama bélico bastante convencional, casi un folletín, que si no fuera por sus valores de producción podría confundirse con una serie de TV. Sólo que hay que reconocer que en este estilo, y olvidando el potencial de la novela original (que más allá de su calidad ha despertado cierto fanatismo por la circunstancia de ser descubierta tantas décadas después de la muerte de su autora), es un potente melodrama, que funciona muy bien tanto en sus aspectos de folletín romántico como en las explosiones de violencia propias del género bélico.
Ayuda mucho el hecho de que tanto el principio como el final del film sean especialmente contundentes. Las primeras escenas, con la llegada de la guerra a un tranquilo pueblo cercano a París, es especialmente eficaz, y por supuesto la llegada del ejército nazi al lugar es de donde crece esta trama sobre el difícil romance entre la bella burguesa Michelle Williams y el oficial nazi que parece tener detalles de humanidad, muy bien encarnado por Matthias Schoenaerts. Si bien hay grandes films que muestran este tipo de relaciones con más crudeza, por ejemplo "Lacombe Lucien" de Louis Malle y "El libro negro" de Paul Verhoeven, en su estilo un poco más discreto "Suite Francesa" tiene sus momentos y, sobre todo, aprovecha la trama para generar constante suspenso en cuanto al desenlace de cada situación que va planteando.
Las actuaciones son mejores en todo lo que respecta al elenco secundario que a los protagónicos, y si bien es obvio que no estamos ante un clásico ni nada que se le parezca, por la fotografía y la ambientación de época y lugar, desde lo visual siempre logra mantener el interés del espectador.