Apenas un correcto melodrama
Hay una línea de coproducciones internacionales que buscan estoicamente mantener la épica del melodrama: ese género que en buena parte del Siglo XX, a partir de películas enormes en dimensiones, fue el padre de todos los géneros cinematográficos. Lo hacen con películas sobre-producidas, bien vestidas y ambientadas, si adaptación de algún hito literario mejor, con estrellas y un aspecto visual que luce tan profesional como poético: hay una fotografía que parece calcada de film en film. Suite francesa (producida por Inglaterra, Francia, Canadá y Bélgica) pertenece a ese universo, y tiene como contexto dramático la Segunda Guerra Mundial, tal vez el escenario ideal para estos relatos entre románticos y trágicos.
El director de Suite francesa es Saul Dibb, cuya anterior obra fue La duquesa, película que lograba escaparle a los estereotipos del cine de época británico, y zamarreaba el qualité con una dosis de amargura y honestidad llamativas en la construcción de personajes. Entonces su presencia generaba expectativas en el marco de un relato como este, que partía de un concepto cinematográfico prefijado. Y algunos elementos convocan el interés: contra la heroína sufrida del melodrama, Dibb construye una protagonista que a partir de un giro dramático toma decisiones que hasta podrían resultar antipáticas. Suite francesa aborda la invasión nazi en Francia y cómo los soldados y jerarcas alemanes, que se instalaban en las casas de los locales, se relacionaban con las mujeres del lugar. Mujeres solitarias en la mayoría de los casos, que esperaban la vuelta al hogar de los hombres que estaban en la guerra.
Obviamente, entre la pobre esposa solitaria de Michelle Williams y el nazi de Matthias Schoenaerts surgirá algún tipo de sentimiento. Y el romance servirá no sólo para alentar las miradas prejuiciosas del entorno, sino además para reflexionar de alguna manera sobre qué nos acerca al otro, en qué podemos llegar a parecernos por más que sean unos asesinos criminales como eran los nazis. Se podría decir que Suite francesa es un melodrama clásico, con una mirada inevitablemente contemporánea sobre el género, pero llegado el momento no podrá dejar de desarrollar una mirada básica sobre el bien y el mal. Detrás de todo el ornamento y la pomposidad de la puesta en escena, el film termina siendo una cáscara vacía.
Dibb, más allá de algunas secuencias notables como el ataque con aviones sobre un grupo de franceses que huyen por la campiña, no logra aquí insuflar emoción ni construye personajes interesantes como aquellos de su anterior La duquesa. Estamos ante una película mucho más convencional, incluso bastante desapasionada, que responde casi como con un manual de instrucciones a los lugares comunes del género. En todo caso termina siendo más interesante la historia real de Suite francesa y de su autora, Irène Némirovsky, quien murió durante los días del Holocausto y nunca terminó de escribir esta historia planificada en varias obras. Fue una de sus hijas, tras guardar el material durante seis décadas, quien decidió leerlo y comprendió que se trataba de una serie de novelas inconclusa. Se publicó en 2004, y desde entonces es un best-seller. Lamentablemente la película nunca le hace honor a semejante historia. Es apenas un correcto melodrama.