Amor imposible
Muchas veces se han contado historias de amor y pasión en medio de conflictos bélicos, y muchas veces también, hemos podido asistir a narraciones que potenciaban el contexto por encima del romance que se gestaba silenciosamente. En Suite francesa (Suite Francaise, 2014), el director Saul Dibb, narra la historia de amor entre una joven francesa y un general Alemán que se conocen en medio de la ocupación de Francia, como una mera excusa para hablar de otras cuestiones como la lealtad, la obediencia debida y el irrefrenable deseo de dejar de un lado las diferencias externas para lograr una comunión con el otro.
Lucille (Michelle Williams) vive tras la sombra de su suegra (Kristin Scott Thomas), una de las dueñas del pueblo y que, gracias a su posición acomodada, puede seguir manteniendo un nivel de vida excelente pese a las condiciones de pobreza y sangre en el que se encuentra el resto de los habitantes. Un día esa bonanza económica se ve trunca por la llegada al pueblo de un grupo de alemanes que ocuparán habitaciones en las viviendas del lugar, con el fin de hospedarse y hacer base para continuar con la conquista del continente. Lo que nunca imaginó Lucille, a quien la guerra le quitó a su marido, es que conocerá a Bruno (Matthias Schoenaerts), un ilustrado general que de a poco irá ganando su confianza desde la relación que ambos tendrán con la música, pero también desde la necesidad de pasión que poseen.
Saul Dibb, apoyado en un guión que adapta literalmente del clásico de Irène Némirovsky, construye una historia que toma la guerra como parte circunstancial de la historia central, y que en el devenir del relato la ocupación alemana va perdiendo terreno frente a la épica amorosa que se gesta entre los protagonistas y su posible traición y descubrimiento.
El personaje de Kristin Scott Thomas, además, sumará la tensión necesaria para que Lucille se obligue a solapar sus verdaderas intenciones, pero también funciona como contraste entre ella y el resto de la población con la que la joven se relaciona. Lucille se opone a la exhibición de los lujos y acumulación de provisiones mientras que el resto de los habitantes del lugar sufren miseria y hambre, y desde ese lugar la mujer podrá hacer la vista gorda y analizar aquellas situaciones en las que se vea involucrada circunstancialmente, y que la llevan a juzgar de manera virulenta algunas decisiones de sus amigas como las de Celine (Margot Robbie), una joven que no teme en dejarse llevar por el sexo casual con los soldados para conseguir cambiar su posición social.
Una potente reconstrucción de época, impecables actuaciones del trío principal, y la posibilidad de recuperar el estilo narrativo del melodrama, hacen que Suite francesa pueda consolidar su propuesta con solidez narrativa, pero también con mucho amor al cine.