Las películas alrededor de tragedias o catástrofes en general me tocan una fibra emocional que no me genera ninguna otra cosa. Sobre todo las que son basadas en hechos reales y sobre todo las que suceden en aviones.
Lo que más me impacta siempre, cuando pienso en esos momentos en el que a una persona le cambia la vida, es ese minuto, segundo, instante antes de que la tragedia, el accidente o el hecho, suceda. Ese momento en que uno todavía no sabe que la vida le va a cambiar. La fragilidad del cuerpo humano, de la vida. Me estremece.
Y eso se palpa y lo muestra su director Clint Eastwood con su forma de narrar.
Sully, está basada en el accidente del vuelo 1549 del US Airways en 2009, en donde el capitán Chesley “Sully” Sullenberger tuvo que aterrizar forzosamente en el Río Hudson un frío 15 de enero.
Protagonizado, por Tom Hanks con una gran calidad actoral, Sully no está contado de manera tradicional. Esperaba que comience con el día en el que se va a producir el accidente, pero la película no transcurre de manera cronológica, no es predecible, aunque sabemos lo que va a ocurrir.
Clint Eastwood, tiene una forma estremecedora de narrar con el orden de las escenas, los planos cuidadosamente elegidos, los detalles. Impecable.
Sully, conmueve por ser una historia basada en un hecho real, la dirección de Eastwood, el cuidado de los detalles, en donde todo se ve tal cual las imágenes de archivo; y la enorme actuación de Tom Hanks que atraviesa la pantalla.