Sully es probablemente uno de los trabajos más interesantes que hizo Clint Eastwood en el último tiempo.
En esta oportunidad trabajó una historia que tenía todos los condimentos para ser otra producción de televisión basada en hechos reales y la convirtió en un drama ágil e intenso cuya narración no decae en ningún momento.
A diferencias de las biografías que dirigió en los últimos años (Invictus, J. Edgar, Jersey Boys, El francotirador), en esta oportunidad Eastwood escogió una narración no lineal para desarrollar el caso del piloto que logró aterrizar con éxito un avión con 155 personas a bordo en el Río Hudson.
La película reconstruye el accidente aéreo y la investigación gubernamental posterior como si se tratara de un rompecabezas y debido a ese enfoque el relato se vuelve a atrapante por más que todos sepamos el final de la historia.
Creo que esa es la mayor virtud de este estreno. A los 86 años Eastwood sigue siendo un narrador extraordinario que no necesita dos horas y media para desarrollar un buen conflicto.
Su película es ágil, dinámica y va al grano aprovechando el buen elenco que reunió y el atractivo que tiene la historia.
Tom Hanks, quien al igual que Meryl Streep, nunca decepciona sin importar en el género que trabaje, en Sully brinda una interpretación sobria, donde tiene muy buenos momentos junto a Aaron Eckhart, quien encarna al co-piloto de Sully.
Algo que está en sintonía con el tono emocional del film, que nunca se excede en el melodrama y aborda con mucho realismo la reconstrucción de estos hechos.
Probablemente Sully no quedará en el recuerdo entre los trabajos más populares de Eastwood como realizador, por el simple hecho que hizo historias de ficción más atractivas, pero eso no impide que sea una muy buena película que merece ser tenida en cuenta.