A pesar de que estas historias reales, como la Chelseay Sullemberg, el hombre que en 2009 aterrizó un avión sobre el río Hudson y logró que hubiera cero heridos, son ya conocidas por el mundo entero, nos seguimos sorprendiendo de estas hazañas que parecen irreales.
La nueva película de Clint Eastwood, con quien ojalá sea su nuevo fetiche, Tom Hanks, los junta para contar una historia de heroísmo, demasiada confianza en la tecnología, posibles errores humanos y más de 150 vidas que sobrevivieron un aterrizaje acuático.
Sin dudas no es lo mejor de Eastwood, lejos está de ser su mejor film, pero por eso no deja de ser un gran material. La construcción narrativa de Clint sigue siendo estupenda y esos héroes cotidianos a los que les da vida siguen siendo estupendos, pero al dejar un poco esa oscuridad que tanto lo caracteriza puede llegar a decepcionar un poquito.
En entrevista con el diario español “El País” contó por qué ya no quiere trabajar como actor en sus propias películas: “Ya no me interesan tanto los proyectos que requieren mi presencia. Prefiero ver el trabajo de los demás. Seguir aprendiendo. Quitarme de encima las preocupaciones como actor y concentrarme en lo que hacen los demás”.