Clint Eastwood presenta una nueva película, Sully: hazaña en el Hudson, más impersonal que el resto de su obra pero con algunos rasgos de su impronta.
El 15 de enero de 2009 el mundo entero fue testigo del llamado “Milagro en el Hudson”, un accidente que podía haber acabado en tragedia de no ser por el piloto norteamericano Chesley Burnett “Sully” Sullenberger (Tom Hanks). Este hombre logró realizar una peligrosa maniobra con éxito: aterrizar de emergencia un Airbus A320 en las heladas aguas del río Hudson, después de que una bandada de gansos chocara contra los motores.
Tom Hanks se caracteriza para convertirse en el Capitán Sully. Un hombre que a pesar de ser un experto piloto se cuestiona la decisión tomada, siendo la confianza en uno mismo; uno de los tantos tópicos de la filmografia de Clint Eastwood.
En este caso el protagonista se siente abatido por el éxito, y mientras que en El vuelo de Robert Zemeckis , el espectador tenía un Denzel Washington de construido por las drogas y el alcohol; y con un ritmo más vertiginoso en las secuencias. Aquí el protagonista es llevado por una sobriedad inigualable, salvo algunos episodios de alucinaciones; el trabajo del actor y del guión de Todd Komarnicki; es de no alejarse de la novela original escrita por el piloto y su experiencia. Es Eastwood el que apuesta en su dirección, en la intimidad de poner la cámara muy cerca de Hanks, sin dejarlo respirar.
A su vez, suma a la historia, la forma en que esta contada; presentado el incidente desde varias perspectivas y puntos de vista.