Hay directores y luego está Clint Eastwood… El tipo con 80 años es capaz de seguir demostrando verdadera maestría para colocar una cámara y una gran elocuencia para narrar las más diversas historias, ya sean hechos reales o salidos de la imaginación de alguien.
En esta oportunidad logra que una historia que a simple vista uno dice que no da para una película porque es muy conocida, corta y con final feliz se transforme en un relato épico que casi no te deja respirar en una sala de cine.
Sin exagerar les cuento que tiene un par de secuencias que son tan asombrosas que te quedás duro en el asiento.
La fotografía a cargo de Tom Stern, quien es el DF de Eastwood desde hace muchos años, es tan espectacular como siempre. Aún si le sacamos el diálogo y la música es imposible no dejarse llevar por los magníficos planos.
En cuanto a la historia ya señalé que es bien conocida y que esa es su única contra. De todos modos aquí nos enteramos de los entretelones y nos metemos en la piel del piloto Chesley 'Sully' Sullenberger, quien además fue el consultor principal del film ya que se basa en el libro escrito por él.
Es imposible no querer a Sully y gritarle héroe al igual que lo hizo todo el pueblo americano. ¿ Y quién mejor que Tom Hanks para interpretar a alguien así?.
La legitimidad que le da el actor es indiscutible y da mucho placer -y alivio- de verlo en esta producción luego de esa atrocidad llamada Inferno.
Me costó sacarme a Sully de la cabeza y dejar de repasar una y otra vez sus secuencias más importantes y eso es puro Eastwood. Y si bien es verdad que esta no es su obra cumbre es superior a casi todo lo que ha llegado a la cartelera en 2016. Se inaugura la temporada de premios y aquí hay mucho olor a nominaciones.
Si quieren ir a ver buen cine no duden en sentarse en una butaca y disfrutar esta gran película.