Malo si lo haces, malo si no lo haces.
Basada en hechos reales, Sully cuenta la historia de Chesley “Sully” Sullenberger, un piloto de aerolíneas, quien en 2009, cuando un cruce de aves inutilizó las dos turbinas de un avión a su cargo, se vio obligado a hacer un amerizaje forzoso en el Rio Hudson. Dicha maniobra era considerada peligrosa, pero en este caso salvó las 155 vidas que iban a bordo del vuelo. La trama se complicará cuando las autoridades empiecen a investigar las acciones de Sully durante el vuelo, amenazando su pensión y toda una vida de trabajo, haciéndolo incluso dudar de si hizo lo correcto.
El guion de Sully es uno con una estructura peculiar y se concentra desde la primera escena en el factor humano que existe detrás de estas situaciones de riesgo. Es de valorar como se repite y se varía la escena del amerizaje sin la necesidad de hacerla una escena de cine catástrofe (si eso pasa, son fantasías en la mente de Sully). No obstante, lo que destaca es como construye la tensión alrededor de la enorme incertidumbre que padeció Sully en los días próximos a la audiencia donde se decide su futuro. Aunque el mundo lo ve como un héroe y lo elogia, él no se siente como tal; ya sea porque simplemente hizo su trabajo, o porque empieza a dudar si lo que hizo era la única alternativa posible. La historia hace un énfasis también en la enorme diferencia que ha existido y seguirá existiendo entre la exactitud de las máquinas y la espontaneidad humana; esas cosas que, aun considerando el peor de los escenarios, jamás se van a poder anticipar. Estas ocurren, y uno debe decidir cuestiones de vida o muerte en fracciones de segundo.
Tenemos a un Tom Hanks eficiente y bondadoso como casi siempre se lo ve. Su habilidad natural para generar empatía con el espectador vuelve a decir presente, y aunque parezca demasiado bonachona, bajo la dirección de Eastwood adquiere un tono realista. Cabe destacar que lo acompaña con mucha eficiencia Aaron Eckhart en el rol de su copiloto.
La fotografía a cargo de Tom Stern (nominado al Oscar por El Sustituto y frecuenta colaborador de Eastwood) es una prolija, con una paleta de colores fría, complementada por un preciso montaje y un gran trabajo de edición de sonido. Por otro lado, debe decirse que tiene una labor de efectos visuales muy eficiente (tanto a nivel práctico como CGI), que tiene sus lauros no sólo en la escena del accidente, sino en cómo reproduce la labor de rescate.
Conclusión:
Sully es un dilema moral con el ropaje justo y necesario de cine catástrofe, sin necesidad de ser un exponente del mismo. Este es un Clint Eastwood prolijo, que utiliza sólo lo que necesita para ilustrar los temas que está narrando y los personajes que representa. Si bien recae de tanto en tanto en la jeringoza técnica, las buenas actuaciones son las que hacen que la historia llegue a buen puerto.