EL SUEÑO DE NOLAN
Está la post-verdad, la post-pandemia y el post-inception, que es en verdad un tipo de película de acción y aventuras que toma como modelo El origen, aquel bodrio filosófico y pretencioso de Christopher Nolan, que al menos tenía el acierto de haber instalado el concepto: una realidad alternativa explicitada a partir de geografías errantes y retorcidas, fortalecidas por el uso sorprendente del CGI. En Sumergidos el ruso Nikita Argunov retoma la idea: aquí un arquitecto se despierta de un sueño y descubre que el mundo está al borde de la destrucción, con sus estructuras desintegrándose como en una realidad virtual y con unas curiosas criaturas persiguiendo a los humanos. Del asedio lo rescatan unos aventureros, que le explican lo que está sucediendo: en verdad está en coma y ese mundo se construye de sus propios recuerdos, pero también de los recuerdos de los demás. Ahí uno de los grandes problemas de este tipo de películas, construir un universo surrealista para ponerse a explicarlo sin confiar en las capacidades del espectador para decodificarlo por su cuenta. Todo es explicado por los personajes, no vaya a ser cosa que no se entienda.
Sumergidos podía tomar aquel camino marcado por Nolan, pero tener su propia personalidad (como en algún sentido lo hizo la original Doctor Strange de Marvel, que usó el recurso y lo mejoró). Nada de eso pasa por la cabeza de Argunov, que replica el molde del cine hollywoodense sin la mayor gracia. Eso sí, hay como una ingenuidad constante en relato, como si sus giros y revelaciones fueran algo novedoso, y eso la vuelve un poco querible. No hay aquí pretensión ni solemnidad, ni un intento por reinventar el cine. La película es una aventura con sus héroes arquetípicos, sus antihéroes, sus villanos, sus romances y sus personajes que tendrán que hacerse cargo de que han sido elegidos como los líderes. Con estas herramientas, expuestas como en un orgulloso Clase B, Sumergidos avanza durante varios minutos como un relato con algunos hallazgos visuales, con personajes interactuando entre espacios que niegan las leyes de la gravedad: eso es lo mejor del film de Argunov, su creatividad en el diseño de algunas secuencias de acción.
Pero de tanto rizar el rizo, Sumergidos termina con una última media hora donde los personajes tienen giros poco verosímiles, con algunas redenciones inexplicables y una lógica interna que termina derrumbándose. Es ahí cuando se comprende que este tipo de películas surgen como una simulación de películas preexistentes, que a su falta de originalidad le suman una absoluta falta de ideas para descubrir los espacios donde tomar distancia de sus apreciables influencias. Como si al concepto “inception a la rusa” no se le pudiera agregar nada más y la historia muriera ahí, en la comparación. O tal vez Sumergidos sea un sueño de Nolan injertado por Vladimir Putin.