Destellos de colores
Filme repleto de guiños cuidadosamente estudiados y puestos ante el espectador de manera más que obvia, "Súper 8" logra empatizar rapidamente gracias al buen oficio de sus actores, una producción descomunal y la mano de un director industrial que, hay que señalarlo, a mitad de camino pierde el rumbo.
Un grupo de pre-adolescentes, liderados por un gordito fanático del cine clase B empeñado en hacer un cortometraje, son testigos de un accidente espectacular donde una camioneta hace descarrilar un tren militar. De uno de sus vagones escapa una criatura y de otros vuelcan piezas de extraña forma y material desconocido. Obviamente, el ejército cerca el pueblo y persigue a todo aquel que haya tomado contacto con la situación.
Elementos melodramáticos manejados con mesura y equilibrio dotan de una mínima profundidad a una trama que no tiene demasiado para ofrecer más que espectaculares efectos visuales con la marca de Abrams en el orillo.
Hacia el final la película adquiere un tono más spielbergiano, que es superado por los créditos finales donde a modo de yapa se puede apreciar la obra clase B terminada. Luego sí, llega la sensación de tener en la boca un chicle que ya perdió el gusto.