Sí, no me gustó Super 8, ¿y qué?
Tenía tanta pero tanta expectativa con esta película que terminó pasando lo que generalmente pasa cuando las expectativas son altas: te pegas el embole de tu vida y te pones a pensar: “¿cómo puede ser que esto que a mi me aburrió -y que por momentos tuve que hacer un esfuerzo razonable para no dormirme- a otros les haya parecido ‘la película del año?’”. Increíble, un misterio que hoy no voy a tratar de develar.
Mi compañero Rodo, con quien me encontré ayer en la reinauguración del Village Recoleta, fue una de las personas que contribuyó a abultar mis expectativas. Mientras decidía si iba a ver Super 8 o Copia Certificada me dijo: “si creciste con las películas de Spielberg, esta te va a gustar”; sí Rodo, crecí con las películas de Spielberg pero no, esta no me gustó. La función de transferencia no aplica acá. No logré conectar con esta película. Hay cosas rescatables pero, en líneas generales, me parece una película absolutamente olvidable.
Por lo que estuve leyendo en estos días, J.J Abrams tenía la intención inicial de hacer una película sobre un grupo de amigos que quieren filmar una película de zombies y sobre todas las vicisitudes que deben atravesar en el camino. Sin embargo, en algún momento, J. J. decide combinar ese proyecto con otra historia que ya le había vendido a la Paramount, una historia de ciencia ficción sobre el Área 51. Como diría mi otro compañero, Matías, “el resultado: Super 8”, una de las películas menos memorables del año.
Mi sensación constante era la de estar frente a un film absolutamente pueril, pero no por el argumento híper simplista –y erróneo en este caso– de que los personajes principales son preadolescentes, justamente por lo contrario: la historia de ciencia ficción está abordada desde una perspectiva totalmente infantil y eso es gracias a una trama que se va descomplejizando y atontando a medida que avanza el film y, en particular, gracias a los adultos, los grandes errores de la película. Son ellos los que me molestan sobremanera. Por un lado, el cieguito de Armageddon que en esta película hace de borracho, vago, culpable de una muerte, violento, abusivo, ¿algo más J.J.? Si, me quedó claro, es muy malo, pero después se transforma en bueno, se da cuenta que quiere a su hija y se reencuentra con ella en el final. Por otro lado, el padre del protagonista, que durante toda la película lo único que hacer es ir de un lado para otro sin hacer absolutamente nada y con terrible cara de constipado en todo momento. Y el malo, el amigo de Truman, ¿qué pasó? Totalmente congelado, con una única línea de diálogo en toda la película: “we’re are not allowed to discuss this with you”. Tres inútiles buenos para nada (siempre quise usar esa expresión) que no aportan nada a la historia, todo lo contrario, la empañan. Obviamente que la idea era destacar a los chicos y que ellos fueran los protagonistas y los responsables de salvar al mundo del monstruo, pero ¿había que poner a semejante manga de subnormales en los roles adultos? Entiendo que, como es bien sabido, Spielberg suele poner de manifiesto ciertas cuestiones familiares como “papá no me da bola, atravesamos terribles peripecias juntos y, luego de que mi vida corre peligro, me reencuentro con él y ahí me empieza a dar la bola que merezco”. Bueno, este mensaje es acaso lo más pedorro del film, lo menos creíble.
No entiendo por qué J.J. no se mantuvo fiel a su idea inicial y filmó una película que realmente hiciera honor al título, sobre un grupo de amigos que quieren hacer una película de zombies, con cierta cuota de misterio e intriga, a partir de algo sobrenatural si se quiere, y desarrollar esa trama, que es muchísimo más rica e interesante que la otra, desde lo actoral, desde el guión, desde lo fantástico incluso. El grupo de amigos es genial (sí, la hermanita de Dakota se luce), actores absolutamente creíbles e instalados en sus roles; es muy lindo verlos cómo juntos se meten en el proyecto de hacer una película, cada uno en su rol, con la pasión con la que lo llevan adelante. Pero de nuevo, me quedé con ganas de ver un poco más de esa trama, que no está explotada del todo y es la que más potencial tiene.
Otra cosa que me resulta irritante en las películas de terror/ciencia ficción es la inclusión del monstruo, el hecho de que realmente podamos verlo. El fuera de campo sirve “para ocultar algo al espectador y que éste se muestre más interesado por conocerlo”. ¡Qué bien se maneja el fuera de campo durante la primera mitad de la película! y que al pedo que resulta la inclusión del monstruo pedorro ese, mezcla de Cloverfield, Alien y mi perra Beagle con los ojos del gato con botas de Shrek cuando la vamos a sacar al jardín a la hora de la comida. ¡Dejame de joder Abrams! Y el monstruo no se come al protagonista porque él le habla y lo reconforta con sus palabras y le dice que todo va a estar bien. Ok, estamos frente a una película de ciencia ficción (un género con el que no tengo una relación muy cordial, por decirlo de alguna forma) pero ¿es necesario hacer un final tan idiota? Y de última, si queres hacer un final idiota, tomate tu tiempo para construir al monstruo, para darle una identidad como la supo tener en su momento, por ejemplo, Alien, y no muestres este espécimen que no sabemos bien qué hace en el planeta, de dónde viene, cuáles son sus motivaciones para matar, excepto lo que nos explica un video, que de pedo los nenes encuentran entre millones de videos en el colegio, y que sirve para aclarar un poco las cosas, como si fuéramos retardados mentales (que en realidad es una clara falencia del director que no supo explicar la génesis del monstruo a lo largo del film y tiene que recurrir a un video con alguien que te cuenta un poco sobre el bicharraco). No se, esperaba otra cosa, más intriga, más misterio, más suspenso, más fantasmagoría y mucho pero mucho más fuera de campo para alimentar mi fantasía del monstruo que no quiero ver.
O será que quizá, con el tiempo, fui olvidando mi infancia, mi infancia junto a Spielberg y el gusto por ET y ese tipo de ciencia ficción, y cada vez me gusta más el cine de Rob Zombie y Collet-Serra y, en mi cerebro, esos gustos no son compatibles. Y, al parecer, películas como Super 8 no entran en mi reino de lo fantástico, en ninguno de los sentidos de la palabra.