Cuenta conmigo...
Venerado realizador, guionista y productor de cine y televisión, referente de la Generación X y profeta geek, J.J. Abrams hizo un poco de todo: creó series como Lost, Fringe o Alias, y rodó tanques como Misión: Imposible III o Star Trek: El futuro comienza. Amante del (primer) cine de Steven Spielberg -que ha sido algo así como su mentor y que aquí ofició de productor-, Jeffrey Jacob consigue su mejor película como guionista y director con una propuesta que tiene algo de E.T., el extraterreste, Encuentros cercanos del tercer tipo, Los Goonies (idea original de SS) y del espíritu de Cuenta conmigo, el clásico de Rob Reiner,
Pero, más allá de estas y otras referencias posibles, lo cierto es que en una época casi monopolizada por secuelas y remakes es un placer descubrir una historia original, un entretenimiento con efectos visuales y no de efectos visuales (las set-pieces, como el descarrilamiento del tren o las apariciones del monstruo alienígena son funcionales a la trama y no su eje).
Súper 8 es una película de múltiples aristas pero jamás ambiciosa ni grandilocuente (es la mejor historia "spielbergeana" en mucho tiempo, sobre todo porque el propio SS se ha dedicado en los últimos años a proyectos "importantes", veremos qué pasa dentro de poco con Las aventuras de Tintín). Ambientada en un pueblito de Ohio durante el verano de 1979, es un retrato de los códigos de amistad y del despertar sexual preadolescentes (los protagonistas rondan los 12-14 años). Es, también, una nostálgica reivindicación y declaración de amor hacia las producciones amateurs en Súper 8 con estructura de cine dentro del cine (los chicos filman un corto noir casero de zombies llamado The Case mientras el lugar es invadido por una poderosa fuerza extraterrestre y la zona se militariza).
Contada con un bienvenido clasicismo (JJ jamás hace ostentación de su talento como narrador) y protagonizada por un excelente elenco de jovencitos (Elle Fanning, otra vez, brilla con luz propia), Súper 8 resulta una película noble, atrapante, emotiva, luminosa y encantadora.
Un último consejo: no se pierdan los créditos finales.