Ciencia ficción al nivel de los clásicos
Más allá de lo formidable que es como película de ciencia ficción, gracias al guión y la dirección del creador de «Lost» J.J.Abrams, esta antológica «Super 8» nos trae de regreso al Spielberg productor que, a mediados de los 80, potenciaba a su máximo nivel el trabajo de directores como Joe Dante o Tobe Hooper en éxitos de taquilla de la época, hoy considerados clásicos, como «Poltergeist» o «Gremlins».
Es que desde el título, esta película remite a los primeros años de la carrera de Spielberg, cuando no era el cineasta ganador del Oscar prestigioso de «La lista de Schindler», sino un nuevo Rey Midas que, a partir de precarios films caseros rodados en su infancia en super 8, había cambiado la manera de hacer películas en Hollywood, dominando luego la taquilla mundial ya sea con films propios como «Tiburón» o con obras de otros producidas por él, como las ya mencionadas, o con otras similares como «Al filo de la realidad» (Twilight Zone: The Movie) que codirigió él mismo junto a John Landis, Joe Dante y George Miller.
Justamente en «Super 8» hay unos chicos pueblerinos tratando de filmar su gran opus de zombies en aquel paso hogareño que murió con la aparición de las cámaras de video familiares. Pero «Super 8» no es sólo un homenaje a la génesis de Spielberg como director -además de estar estrechamente vinculado temática y formalmente con dos films esenciales en su carrera, «E.T.» y, sobre todo, «Encuentros cercanos del tercer tipo»-. es un film con entidad propia que se ubica entre lo mejor del cine de ciencia ficción de lo que va del siglo.
El guión de Abrams se acerca al género fantástico con gran astucia, dándole al espectador la información y los climas en dosis sumamente medidas como para abordar viejos temas y referecnias clásicas con una aproximación nueva, que permite que esta película tenga algo para ofrecer en varias direcciones distintas. En esto se parece un poco a algunas historias de Stephen King cuando se aleja del terror sin abandonar del todo la atmósfera del género, como por ejemplo en «Cuenta conmigo». La historia empieza de a poco, lentamente, se toma su tiempo en presentar los personajes y su ambiente, y de golpe comienza a ofrecer la acción y el suspenso en dosis cada vez más fuertes, y a medida que avanza la proyección el asunto sólo mejora y mejora.
El público más exigente y conocedor del género y del toque Spielberg puede empezar a ver el film algo preocupado por lo conocida que le pueda resultar esta historia. Pero en cada giro del relato, Abrams se encarga de soslayar los típicos lugares comunes para que se amolden a la trama sobre un pequeño pueblo de Ohio asediado por una fuerza militar conspirativa que quiere tapar un incidente relacionado de alguna manera con lo paranormal, con ovnis o con extraterrestres.
Lamentablemente los chicos, mientras filmaban su película de zombies en super 8, se convierten en los únicos testigos del extraño accidente de un tren militar que detona todo tipo de cosas raras, algunas realmente ominosas y terroríficas, que empiezan a suceder a su alrededor. Hay humor, suspenso y hasta toques de melodrama preadolescente perfectamente integrados a un hilo común. Finalmente todo confluye en algo que podríamos denominar una película de monstruos, con una criatura realmente amenazadora que tiene más de Alien que de E.T., aunque, por raro que parezca, podría ubicarse en el medio de estos dos seres tan opuestos.
Ni hay que decir que «Super 8» está fabulosamente filmada (no por nada Spielberg visitó asiduamente el rodaje). Pero lo que realmente llama la atención son las extraordinarias actuaciones que Abrams le arranca al grupo de chicos protagonistas.
Si hay que agregar algo, basta señalar que al círculo mayor de marcianos de películas clásicas como algunas ya citadas, y a otros como «El día que paralizaron la tierra» o «El enigma de otro mundo» hay que sumar ahora a «Super 8». Para un fan del buen cine no hay casi nada mejor que disfrutar en pantalla grande de un hito como éste en el momento de su estreno original.