Con olor a infancia y a cine de barrio
La primer escena en donde un empleado de una fábrica metalúrgica, modifica el cartel borrando de un plumazo más de 700 días sin que sucediera un accidente y lo cambia por "1", nos da cuenta de la posibilidad que tiene J.J. Abrams de ponernos con una sólo imágen, en todo un universo de información.
Luego, inspirado por un homenaje a quien ahora es su productor, Steven Spielberg, y a las películas que habrá admirado en su infancia y en su adolescencia, todo esa posibilidad de síntesis se transforma en un desborde narrativo de proporciones múltiples cuando los distintos engranajes de "Super 8" se pongan en funcionamiento.
Un grupo de amigos está intentando filmar un corto sobre zombies para un concurso. Y uno ve la pasión con la que cada uno de los miembros del grupo encara su tarea, un homenaje inicial a los sueños de niños que cada uno de estos grandes directores ha tenido.
Mientras están filmado una escena en la estación de tren, serán testigos de un hecho completamente insólito: la fuerza aérea de los Estados Unidos en 1979 clausura una sección del Area 51 y todos los materiales allí contenidos, debían ser enviados a un lugar seguro, justamente por tren.
Estando allí, no sólo ellos sino su cámara registrará como un tren de carga (que justamente transportaba ese material) es interceptado por un auto que corre por el medio de las vías, produciendo un espectacular descarrilamiento (ya de por si, solamente esta escena absolutamente impactante, justifica ver la película -acá va el "teaser"-).
El ojo de la cámara ya sido un testigo involuntario del cargamento que llevaba ese tren. Una vez revelado ese film, el grupo de amigos podrá ver que algo extraño parece surgir de un vagón del tren, algo completamente inexplicable, hasta ese momento.
Ya desde la banda de sonido y el estilo de la narración, la película exhuda un sentido homenaje a los años '80. La pandilla protagonista del film (de actuaciones homogéneas y excelentes del grupo de adolescentes en donde descolla, como es habitual, la fuerza interpretativa y el rostro exquisito de Elle Fanning) nos remite indefectiblemente a "Cuenta Conmigo" el film de Rob Reiner basado en un cuento de Stephen King, otro ícono ochentoso.
La pandilla bien puede ser la de "Los Goonies" o la de "Los exploradores" y la incógnita de esa criatura que comienza a sembrar el misterio y el terror en el pequeño pueblo cercano a Ohio tiene reminiscencias de "Alien" y "Depredador" y expresamente la cámara nos retacea información, haciendo que sea más misterioso y temible algo que no se ve y sólo se presiente (con inesperadas irrupciones en pantalla sin saber definidamente de qué se trata) tal como pasaba en "Tiburón" o en otro film anterior de J.J. Abrams, "Cloverfield".
La historia entonces se nutre de experimentos fallidos, de seres extraterrestres que deben ser enviados nuevamente a su mundo y sobre el final, abandona el tono de suspenso y misterio para declararse abiertamente en homenaje a "E.T., el extraterrestre" o mismo a "Encuentros cercanos del tercer tipo".
Y en ese registro de homenaje, justamente, es donde "Super 8" funciona a la perfección.
Pero sigue sumando y en esa acumulación en donde elige presentar todo en un mismo "combo", mezclando no solamente varias lineas argumentales sino varios estilos y autoreferenciándose, la película pierda fuerza y el monstruo fílmico crece desmedidamente hasta llegar a preguntarnos qué fue de la pandilla que nos presentaron en los primeros minutos donde cada uno de los integrantes delineaba un personaje con una historia que contar y donde se mezclaba con un hermoso clima de nostalgia.
Quizás demasiado forzado en incluir absolutamente todas las referencias cinéfilas, tranformándose en una especie de "gratest hits" de Steven Spielberg, Joe Dante, Robert Zemeckis y compañia, la parafernalia de efectos especiales y rubros técnicos involucrados, hacen que la historia pierda la sensibilidad con la que se construye durante la primera mitad de la película y que llegando a las escenas finales, la prolijidad en el guión comience a perderse de vista, algunos detalles importantes parezcan apresuradamente resueltos y explicados con demasiadas palabras y queden rodeados de situaciones inconsistentes.
En ese momento, J.J. Abrams termina cayendo en algunos cuantos lugares comunes de los que el relato venía tratando de escapar.
De todos modos y aún con esas observaciones, "Super 8" se erige como un verdadero festival del cine de super acción, respira olor a cine de barrio en donde hemos visto todas esas películas con las piernas colgando de la butaca, donde todos los cinéfilos hemos pasado tardes enteras de fines de semana completos, dejándonos llevar por esas historias que no hemos olvidado.
"Super 8" refuerza la vitalidad de esas glorias pasadas, pero dejando en el camino algo novedoso para contar y oportar una vez que deje de lado todos los sentidos y merecidos homenajes.