El efecto Dragon Ball no siempre funciona
La tentación era grande. Luego del éxito en taquilla de Dragon Ball Z: La batalla de los dioses, la animación nipona debía pisar fuerte nuevamente en la pantalla grande local. En esta ocasión la apuesta corrió hacia el lado del fútbol con Inazuma Eleven, la adaptación fílmica del videojuego homónimo que emergió en Japón en el 2008.
Este filme, que también fue manga y anime, tendría algo de original de no ser por la inigualable tira creada 27 años atrás por Yoichi Takahash: Super campeones, que combinó fútbol con animación y también pasó por la pantalla chica local.
El Inazuma Eleven (o Super Once), creado por Ten´ya Yabuno, es una fantasiosa copia de las aventuras del delantero ochentoso Oliver Atom y el arquero Benji Price. Este último podría ser la musa inspiradora de Endou Mamoru, el guardameta del equipo de fútbol del Instituto Raimon, cuyos jugadores son un rejunte de nerds que no se animan a salir a la cancha. A excepción de su perseverante y exagerado arquero, que siempre los motiva para seguir adelante.
La película tiene un argumento básico: el desafío de un equipo que busca reunir a los jugadores suficientes para sobrevivir como equipo de escuela. Pero para ello deberán enfrentar a rivales superiores a los que -increíblemente- le ganan, pero por las virtudes de ¡un solo jugador que estaba retirado del deporte! Y cuando sepan por qué... Mejor no hablemos.
Piruetas futbolísticas imposibles, campos de juego infinitos e inexpresivos rivales es un chiste que ya vimos. Además, la animación de este filme parece rescatada en el tiempo, los dibujos podrían ser de cualquier historietista novato, y el guión, es lo más severo, como el mensaje de odio hacia el deporte más popular del mundo, que proviene desde otro lado de la galaxia. Y jamás sabremos por qué. Mención aparte a los trucos futbolísticos: el tiro del ave fénix o el del tigre (Steve Hyuga en Super Campeones tenía uno igual), ejecuciones de a dos o tres jugadores. Repetimos, todo esto ya lo vimos.
Son llamativos los cortes entre secuencias (dignas de tanda publicitaria) lo que presagia un destino televisivo. Atención a ver cuando un pedazo de estadio cae en la cancha como boicot del juego, o que un equipo de colegio enfrente a ¡los mejores del mundo! En fin, la lógica escasea y los recursos se repiten, como “la mano fantasma” que parece ser la única herramienta de Endou para evitar goles. La tentación tiene sus riesgos.