Suspiria: Una nueva cosecha.
Esta nueva versión de uno de los clásicos cinéfilos de culto por excelencia baila en la cornisa del cine comercial, resistiéndose a ser una simple remake.
Las revelaciones finales del film original sirven como premisa inicial de esta nueva versión. Más que remake o cualquier otro termino industrial de uso típico, esta es más bien una reimaginación de la clásica Suspiria de 1977 nacida exclusivamente del interés artístico del ya celebre director de Call Me By Your Name. Aunque la trama no es necesariamente lo primero que uno se preguntaba antes de ver esta nueva Suspiria: Luca Guadagnino cambia totalmente la estética de esta historia, dejando de lado lo icónico de la potente banda sonora y los estridentes colores del eterno clásico del giallo italiano.
Una joven aspirante a bailarina llega a una prestigiosa escuela de danza en Berlín del Oeste, academia fundada y formada por un grupo de brujas con intenciones tan violentas como misteriosas.
El misterio y la intriga son la base de este film. Desde el primer momento Guadagnino juega con una audiencia que sabe se sentó a ver la película por pura curiosidad por ver como sería esta nueva versión de una de las cintas de culto más populares en el mundo cinéfilo. No pasará mucho hasta que todo fanático comprenda que hay muy poco en común entre este y el trabajo que le dio origen. Uno de los grandes logros del italiano es justamente que la experiencia de la película acabara siendo particularmente similar haya uno visto la original o no. Como resultado, y sacando de la ecuación los sentimientos que cualquiera pueda tener sobre su desenlace, logra ser una experiencia que se mantiene atrapante durante su larga duración.
Siguiendo una estructura de seis actos y un epilogo, develados apenas comenzado el film, se trata de un trabajo denso en contenido que esta completamente desinteresado en alivianar las dos horas y media para su audiencia. Agotador en más de una ocasión, es una película que sin ser definitivamente lenta sí se toma su tiempo en absolutamente todo. Una cinta que logra con relativo éxito mezclar algo de cine industrial de estudios con unas profundas sensibilidades del cine festivalero europeo.
Como su director, esta nueva Suspiria disfruta de los excesos. Varias secuencias se estiran lo más posible, pero aún así hay excelentes escenas para el recuerdo; aún para los desafortunados que no estén disfrutando la experiencia en su totalidad, es en definitiva una película que seguramente disguste tanto como guste y que a pesar de eso vale mucho la pena.
Intrigante y potente en su admirable ambición, es una gran obra rica en contenido para satisfacer (o irritar) a cualquier tipo de cinéfilo, incluso aquellos que busquen satisfacciones más superficiales.