La tarea era difícil, ¿hacer una remake de una de las películas más únicas que dio el cine fantástico y de terror? Y encima de una película de Dario Argento, uno de los maestros del género. Pues sí, durante muchos años se barajó la idea de hacer una remake de Suspiria (1977) y finalmente ocurrió, Luca Guadagnino, conocido por Call me by your name (2018) es el responsable de esta nueva versión.
El director tenía dos únicas opciones: O copiaba el estilo de la original, lo cual ya se había sido hecho en películas como The neon Demon (2016) y Black swan (2010), o se alejaba parcialmente de la obra de Argento y presentaba una obra distinta con su propia personalidad.
Lo primero que salta a la vista es que la paleta de colores que trabajo Argento, tanto en la Suspiria original como en su continuación Inferno (1980) y que no retomo en La terza madre (2007), brilla por su ausencia. Sí hay en cambio algunas decisiones de puesta en escena, en especial en algunos movimientos de cámara que hacen recordar lo que hacía el director italiano en sus mejores épocas, Guadagnino además no se olvida de la tradición «tana» con respecto al terror y ofrece algunos planos típicos de las obras del género hecho en Italia.
La otra gran diferencia es que Guadagnino llena los espacios que Argento había decidido dejar a la imaginación. Acá hay toda una construcción de un mundo que pareciera que abarcara la trilogía completa. Lo cual para lo que propone esta remake es bienvenido que ya vuelve intrigante a la historia principal.
Y es justamente la trama principal lo mejor de esta Suspiria, ya que allí se encuentran los momentos más impactantes. Dakota Johnson, muy convincente en su papel, debe vivir rodeada de asesinatos que ocurren secretamente y que duelen porque nos hacen recordar lo endeble del cuerpo humano. También debe lidiar con los personajes que se encuentran en aquella academia alemana a la que va a estudiar danza, sobre todo con el interpretado por Tilda Swinton, quien ofrece una actuación igual poderosa que la de Johnson. Pero por sobre todo porque es atractivo seguir una historia de terror en vez de esa otra sub-trama que no es necesaria.
El problema es que a Guadagnino pareciera molestarle que la película sólo fuera de terror. No hay que olvidar el cine fantástico siempre tuvo la posibilidad de usar a sus monstruos y arquetipos para contar algo más, además de entretener al público. Acá el director tiene que remarcar la situación que está viviendo esa Berlín dividida y por más esfuerzo con el que trate lo que ocurre termina siendo un mero fondo. Un poco de esa manejaba Argento en la original sólo que allí no dejaba de contar un relato fantástico y acá pareciera querer desligarse de eso.
En entrevistas tanto el director como el guionista David Kajganich declararon que odiaban la Suspiria original, eso explica la falta de humor, el intento de seriedad y que aquel final, en un intento de darle al público un final explosivo termina siendo lo peor que puede ofrecer el cine arte que es lo que apunta en general esta película.
Suspiria (2018) podría haberse llamado de otra manera y el resultado sería el mismo. Lamentablemente tiene que cargar con el peso de ese nombre que la hace tambalear en su excesiva duración con sub-tramas innecesarias. Por otro lado se agradece que tenga su propia personalidad y no busque copiar a la obra de Dario Argento. En ese sentido es una película que con sus pros y sus contras debe verse.