Una de las películas que más expectativas creó en el año. Por ser una remake de una obra maestra del género del terror italiano. Por ser dirigida por Luca Guadagnino, un realizador exitoso y prometedor pero no especialista en este tipo de cintas. Por las actuaciones de Tilda Swinton y Dakota Johnson. Y por la música compuesta por el cantante de Radiohead Thom Yorke.
En 1977, Susie Bannion (Dakota Johnson) se muda de Ohio a Berlín para unirse a la Academia de Danza Markos, con la esperanza de impresionar a la aclamada coreógrafa Madame Blanc (Swinton). Ahí, en la residencia de estudiantes, las bailarinas están preocupadas por la pérdida de su colega Patricia (Chloë Grace Moretz), quien le confiesa a su psicoterapeuta, Josef Klemperer (también Swinton), sus temores sobre la organización, declarando que está dirigida por un grupo de brujas. Buscando investigar las afirmaciones de brujería, Josef hace descubrimientos críticos sobre las mujeres que están al frente de la academia, mientras que Susie se enfoca en obtener el papel protagónico de la puesta en escena que prepara Blanc.
Por un lado, es destacable lo que hace el director italiano, Luca Guadagnino, en querer desprenderse de la obra de 1977 e impregnar de su propia cosmovisión la película. Cuando se hacen remakes, el miedo y el respeto a la original muchas veces llega a productos sin alma y cobardes. Sin embargo, hay que decir, que Luca le agrega subtramas socio-históricas, que no terminan de importar y desvían la atención. Esto genera también que la duración sea excesiva. Le sacó la música progresiva, la atmósfera hechizante y los rojos fuertes de la fotografía. Tal vez, en busca de realismo y otro tipo de golpe de efecto (como su estruendoso final).
El punto más alto del film es el cast. Tilda Swinton da una cátedra de cómo abordar un papel y hacerlo propio: interpreta 3 roles y es increíble como no le valió una nominación a los Oscars. También hay que destacar a Dakota Johnson. Una actriz con una reputación polémica tras varias películas de poca calidad. En esta producción, deslumbra con sus facciones, sus emociones y sus impresionantes bailes. Una actuación que le dará un giro a su carrera. Y el punto bajo sería el guión. Un libreto con agujeros, lento y con un ritmo cadente. No arruina la experiencia pero es lo más flojo por mucho.
Por el lado de la música, Thom Yorke emociona y te eleva a las nubes. Las canciones son bastante angustiantes y surrealistas, encajan perfecto. Una serie de composiciones etéreas e hipnóticas que acompañan a las imágenes deslumbrantes y escalofriantes de manera ideal.
Las coreografías perturban y te electrifica la piel. Uno de los film más complejos, densos y viscerales del año. Luca Guadagnino con una película imperfecta nos da un banquete visual y sonoro, con unas imágenes que retendremos en nuestras cabezas mucho tiempo.