Suspiria

Crítica de Walter Pulero - Cinergia

La danza de las brujas

Es difícil en tiempos actuales visualizar una remake y despegarla de la obra original, más desde la última década, que las mismas abundan y esta vez le tocó el turno a Suspiria (1977), la película italiana de Dario Argento. Sin embargo, si hay algo que Luca Guadagnino logró con su visión del clásico, es tener una identidad propia. Alejándose totalmente de la original y solo tomando algunas ligeras bases, nos entrega una película mucho más profunda y visceral.

Luego de la maravillosa Llámame por tu nombre (Call Me By Your Name, 2018), Guadagnino toma un vuelco y nos introduce en una historia repleta de matices en la que podemos encontrar desde lecturas políticas, hasta un marcado mensaje de empoderamiento femenino.

Suspiria está ambientada en la Berlín dividida de finales de los setenta, con un instituto enfrentado al muro, literalmente, y este contexto realza un guion más que digno en donde cada personaje tiene un desarrollo increíble. Por su parte, si en la película de Argento abundaban los colores vivos y llamativos; en esta ocasión, nos situamos ante un escenario lúgubre y sombrío que proyecta los estados de ánimo de cada intérprete y que acompañado de la magistral música de Thom Yorke (compuesta especialmente para la película) nos genera esa sensación de angustia y desolación.

Con respecto al reparto, solo podemos encontrar perfección. Desde una Tilda Swinton intachable, que le aporta más de un plus a la historia (a prestar atención), hasta una Dakota Johnson que logra desplegar una actuación digna de aplausos (algo a lo que no estábamos acostumbrados).

En conclusión, no estamos ante un producto fácil, más bien es incómodo y arriesgado. Es el resultado de una narrativa profunda que aborda y transita cuestiones como el miedo, el perdón, la desesperación y la muerte. Suspiria no subestima al espectador y eso se agradece.

*Crítica de Manu Juárez