Una joven, obnubilada por la belleza de un hombre que conoce por casualidad camino a la escuela, se verá envuelta en un viaje iniciático en donde el pasado y el presente confluirán en una profunda reflexión sobre la identidad y el amor. Bella por donde se la mire.
Si te gusta el animé y la fantasía, "Suzume" es tu película de la semana. Suzume (Nanoka Hara) es una joven de 17 años que aún sufre por la pérdida de su madre, mientras va creciendo en Kyushu, al cuidado de su tía Tamaki (Eri Fukatsu) y descubre por accidente, el amor, en el medio de una gran aventura. Escrita y dirigida por Makoto Shinkai, el film, visualmente impactante y hermoso como el animé nos tiene acostumbrados, nos ubica en una campiña en Japón adonde Suzume hace la vida de una adolescente yendo a clases y pasando el tiempo con amigas hasta que un día se cruza en su camino Souta (Hokuto Matsumara), un apuesto joven que le pregunta por una puerta en un lugar particular. Ella queda tan impactada que decide seguirlo. Lo que no se imagina es que Souta es un "cerrador", alguien que se dedica por tradición familiar a cerrar puertas para evitar desastres. En este caso es para impedir que un enorme demonio-gusano ataque a la humanidad. El camino no será fácil, Souta es engañado y hechizado por un gato y se convierte en una silla. Así pasa gran parte del film, situación graciosa e impactante de ver por la gran animación que logra transmitir Souta, aún siendo una silla. Juntos van a emprender un viaje por Japón para romper la maldición y seguir cerrando puertas, que no sólo significa cerrar obstáculos, sino poder superar, mediante puertas, heridas abiertas, o duelos sin terminar. La música de Akira Kosemura brinda emoción a la ya mencionada cinematografía, colorida y maravillosa. Romance, acción, aventura en el medio de la naturaleza y un mensaje esperanzador para seguir adelante. Todo eso es "Suzume"
Tras su estreno internacional en la Competencia Oficial de la reciente Berlinale y luego de batir récords de taquilla en los cines de Japón y China, se verá en las salas argentinas este notable trabajo del director de Your Name y El tiempo contigo. -Este lanzamiento se da en medio del furor local (en sintonía con el internacional) por el animé, que incluyó desde la llegada a los cines de producciones recientes como Demon Slayer to the Swordsmith Village (anticipo del regreso de la serie) hasta reestrenos de clásicos de esa insoslayable fuente de inspiración que es el maestro Hayao Miyazaki como Mi vecino Totoro (1988), Princesa Mononoke (1997), El viaje de Chihiro (2001), El castillo ambulante (2004) y Ponyo, el secreto de la sirenita (2008). Una adolescente de pueblo, un muchacho convertido en una pequeña silla de tres patas, un gato capaz de cometer las peores maldades y unas puertas que al abrirse desatan incontrolables fuerzas sobrenaturales que algunos confunden con terremotos. Con esos (y otros) elementos, el aclamado creador de Your Name construye una película íntima y épica, lúdica y grave, lírica y espectacular a la vez. Visualmente deslumbrante (el animé en todo su esplendor) y narrativamente audaz, Suzume cuenta las desventuras de Suzume Iwato, una joven de 17 años de un tranquilo poblado del suroeste de Japón llamado Kyushu que, siguiendo los pasos de Souta Munakata, un misterioso hombre del que se enamora a primera vista, termina embarcándose en un viaje lleno de misterios y peligros. Como buena parte de las heroínas del cómic, esta entusiasta, inocente, inmadura e impulsiva guerrera encontrará fuerzas de donde no creía que las tenía para luchar contra calamitosas energías que surgen de los portales en un relato que une lo iniciático con lo fantástico, la tradición con lo contemporáneo. Hace algo más de dos décadas, el gran Hayao Miyazaki ganó el Oso de Oro de la Berlinale con El viaje de Chihiro. Si bien Suzume no llega a semejantes alturas creativas, su inclusión en la máxima competencia del festival alemán fue una audacia de programación y un caso de estrica justicia artística.
Sería absurdo plantear que “Makoto Shinkai es el secreto mejor guardado del cine de animación actual”, porque ni es un secreto y mucho menos está guardado. Sin embargo, sí se podría asegurar que el suyo es uno de esos nombres que puja por conquistar a un público que aún conserva un prejuicio contra la animación. Y es que Shinkai, junto con Mamoru Hosoda (responsable de las notables Summer Wars y Belle, entre otras) es un autor que sigue la estela vigente del padre todo poderoso Hayao Miyazaki, cuyo mérito no solo es su cine, sino también evidenciar la riqueza de la animación (japonesa) como plataforma narrativa. Con siete largometrajes a cuestas, Shinkai demuestra a fuerza de cine una mirada que escapa a cualquier etiqueta, y logra así llamar la atención de los ajenos a la animación. Y Suzume, su último título, es un nuevo paso en el marco de esa carrera. La historia transcurre en un pequeño pueblo de Japón, en el que una adolescente llamada Suzume descubre una misteriosa puerta, que conecta con otra dimensión. De manera accidental, ella se convierte en una suerte de guardiana para una serie de portales que aparecen en distintos lugares, a los que debe cerrar para evitar que se produzcan severas catástrofes naturales. Junto a Suzume se encuentra Souta, un joven que está conectado con esas puertas y que es el único que conoce el poder que se esconde detrás de ellas. Si bien Souta es el encargado de mantener un delicado equilibrio entre ambas realidades, un hechizo que lo convierte en una pequeña silla, lo lleva a hacer equipo con la adolescente, para contener ese poder que amenaza desde el más allá. Y bajo esa premisa, la protagonista se embarca en una aventura que sorpresivamente, le permitirá explorar rincones ocultos de su pasado. A través de este film, Shinkai vuelve a muchos de los temas habituales en su obra, entre ellos el viaje de una heroína que debe estar a la altura de un gran desafío; la aparición de un mundo oculto que se vincula a su pasado, y un eje establecido a partir de una dinámica entre maestro y alumna. Pero en esta propuesta, más allá de la aventura y del camino iniciático que hace Suzume, lo verdaderamente importante es el tono establecido, y la construcción de un mirada reposada. Shinkai no apura la acción ni obliga a sus personajes a saltar de un escenario al otro, sino todo lo contrario. Este autor deja macerar a sus héroes, con el fin de construir un puente sólido entre ellos y el espectador. De esa manera la película corre sutilmente su eje, y pone su corazón en el universo emocional de Suzume y cómo ella intentó crecer luego de sufrir una dura perdida durante su niñez. Y esas famosas puertas que deben ser cerradas, son apenas el McGuffin frente a un relato que conmueve por la calidez de su tono, y que confirma a Shinkai como un nombre indispensable del cine actual.
Ya muchos ven en Makoto Shinkai, el director de Your Name (2016) como el heredero natural de Hayao Miyazaki, el genial realizador de La princesa Mononoke, en lo que respecta a la animación japonesa. Suzume es lo más nuevo de Shinkai, y como suele hacer el director El viaje de Chihiro, hay algo entre mágico y de ciencia ficción, no solamente porque hay personajes que en la vida cotidiana sería imposible que hablaran (un gato, y hasta una silla de tres patas). También es un filme sobre desastres sobrenaturales, a la vez sobre la Naturaleza, y con toques de comedia. La protagonista es Suzume (que quiere decir gorrión), una adolescente algo solitaria, pero valiente e inteligente. Vive con su tía desde que su madre falleció. Yendo de su casa al colegio, en el camino montañoso se cruza con un joven, Souta, que le pide ayuda para encontrar un lugar. Suzume queda extrañada ya en la escuela ve un gusano rojo, gigante, hecho de humo y fuego, presumiblemente brotando de aquellas ruinas. Lo curioso es que nadie más que ella lo ve. Y decide ir hasta las ruinas abandonadas a las que ella le indicó a Souta que fuera. Para qué. Bueno, allí hay una puerta, en medio de la nada. Una puerta a un lugar que le recuerda sus sueños y, como si se tratara de la Alicia de Lewis Carroll, intenta, pero no puede pasar. La abre, y desata unas fuerzas cómicas. Tropieza con una estatua de piedra que se convierte en un gato y encuentra a Sōta tratando desesperadamente de cerrar la puerta. La misión del recién llegado es “cerrar” esos portales, pero para ello necesita una suerte de llave. Hay un terremoto mientras cierra la puerta. ¿Se acuerdan del terremoto y el tsunami de Tōhoku de 2011? Por la fecha en la que transcurre la película, queda claro, metafóricamente, que se refiere a eso. Ya en casa de su tía, el gato, Daijin, aparece y habla, y convierte a Souta en la forma de la silla infantil,que mencionábamos antes -propiedad de Suzume, un regalo que le había fabricado su mamá- y el gato, que daba vueltas por ahí, no sería otra cosa que la piedra angular del asunto. Que Suzume sea una adolescente, y no una niña, no es un dato como para dejar pasar desapercibido. Hay cierta atracción que siente por Souta, en una etapa de su vida en la que está definiendo, también, quién es. La silla que ahora habla, o sea, Souta, le cuenta a Suzume que el gato era anteriormente una piedra angular, una criatura que mantenía cerradas las puertas al más allá, lo que evita que el gusano salga y cause terremotos. Siendo una silla, Souta necesita ayuda, por lo que parte con la adolescente a buscar al gato y devolverlo a su forma, en lo posible antes de que otro terremoto destruya la nación. La idea de aventura -y de inocencia- campean a lo largo de toda a proyección, que dura dos horas. La solidaridad de la gente con la que se cruzan y que no los conocían -que invitan a Suzume a pasar la noche o hasta a cuidar a sus hijos-, habla de un pueblo abierto a ayudar al prójimo. Shinkai ha dicho que esta película es una suerte de respuesta a un sentimiento de culpa, propio, por hacer algo en animación frente a las catástrofes naturales que contábamos. Deseaba usar su arte para que la gente supiera qué había sucedido. Ah, quédense a ver los créditos finales.
"Suzume", el animé en su mejor expresión El director vuelve a demostrar aquí que es mucho más que “el heredero” de Hayao Miyazaki. Shinkai utiliza la fantasía para buscarle una explicación a las tragedias colectivas de su país, pero lo hace imaginando un mundo espiritual arraigado en la naturaleza, en permanente convivencia con el plano humano de la existencia. El estreno de Suzume, nueva película del cineasta japonés Makoto Shinkai, no solo lo confirma como un referente ineludible del animé en la actualidad, sino que al mismo tiempo abre la discusión acerca del uso del término “heredero”. El mismo se ha vuelto un lugar común para englobar a figuras emergentes de talento variable dentro de distintas disciplinas, que comparten ciertas características con algún personaje destacado en el área en la cual se desempeñan. El concepto tiene una larga tradición en el cine y el propio Shinkai aún carga con el peso de ser considerado “el heredero” de Hayao Miyazaki (genio del animé de 82 años, todavía activo), aunque el valor de su propia obra amerita que se lo saque de la categoría de eterno aspirante y se lo admita en el panteón de los grandes maestros del género. Como indican las reglas del animé, la acción de Suzume se desarrolla en el Japón, con un abordaje naturalista cuyo realismo se verá alterado por la aparición de un elemento fantástico que revelará la existencia de mundos paralelos. Lejos de la idea hoy omnipresente de los multiversos, plaga del Hollywood contemporáneo, estos mundos no tienen un origen que busque ser explicado por la ciencia, sino que están vinculados con una idea de lo espiritual de potente raigambre en la cultura nipona. Como ocurría con películas anteriores de Shinkai, como Your Name (2013) o El tiempo contigo (2019), el imaginario sintoísta es central en el argumento de Suzume. A tal punto que, sin llegar a ser una película religiosa, es imposible no percibir ese motor detrás de su historia. Suzume es una adolescente que perdió a su madre en un terremoto, siendo una nena. La película empieza con un sueño recurrente en la que la pequeña Suzume busca desesperada a su mamá entre las ruinas del pueblo y a la que finalmente encuentra en una idílica pradera. Ya despierta y camino al colegio, la chica se cruza con un joven extraño por el que se siente atraída; este le pide indicaciones para llegar a unas ruinas. Deslumbrada, Suzume decide seguirlo a escondidas y así descubre en un domo derruido una puerta que parece conduce a un lugar como el de su sueño, pero al que no puede acceder. Shinkai maneja con fluidez tanto la cuestión relativa a la tensión sexual que surge entre la chica y el extraño (elemento tradicional del animé) como la introducción de lo fantástico. De vuelta en la escuela, Suzume y sus compañeros reciben una alerta sísmica y enseguida la protagonista ve emerger de la montaña una especie de gusano gigante, justo en el lugar donde están ubicadas las ruinas que acaba de visitar. Pero solo ella puede verlo. Asustada, corre de regreso, y ahí encuentra al joven tratando de cerrar la puerta que ella dejó abierta, por donde el gusano de la otra dimensión se ha colado en esta. Suzume lo ayudará y luego él le explicará que la caída de esos gusanos gigantes que nadie puede ver sobre la tierra es lo que produce los terremotos que suelen azotar a Japón (uno de los territorios más sísmicos del mundo) y que su tarea es mantener esas puertas cerradas para evitarlos. Una vez más, un artista japonés utiliza la fantasía para buscarle una explicación a las tragedias colectivas de su país. Pero lo hace desde la lógica sintoísta, imaginando un mundo espiritual arraigado en la naturaleza, en permanente convivencia con el plano humano de la existencia. Lejos de cualquier solemnidad, Shinkai consigue que los elementos religiosos de la historia se conviertan en el origen de una aventura. Una que el director y guionista irá contando sin despreciar el humor y el absurdo como recursos para que el relato avance con fluidez. Un gato encantador que desencadena terremotos, una sillita parlante y fugitiva, una tía sobreprotectora y otros personajes inesperados hacen que la película, la séptima dentro de la filmografía de Shinkai, se vuelva un mecanismo narrativo perfecto. Una novedad más que grata para iluminar una cartelera comercial cada vez más predecible, reiterativa y uniforme.
Es una propuesta animada de aventuras, donde los protagonistas con sus historias, sus pasados y sus deberes mezclaran las terribles catástrofes que sufrió Japón con el pensamiento mágico. Para Makoto Shinkai, director, guionista y editor, esa mezcla de planos supone una construcción de mundos cotidianos detallista al extremo, contrapuestos a los portales que permiten que seres peligrosísimos amenacen con desatar terribles terremotos, Y como en un cuento de Ray Bradbury una simple acción que realiza en el pasado transforma el presente, aquí una niña buscando a su madre muerta abre un portal que desata demonios. La pequeña transformada en la adolescente valiente del título se cruza con Souta, que deberá contarle sus deberes y seguir adelante aun cuando un gatito precioso lo transforme en una sillita a la que le falta una pata. Un poco largo pero siempre sugestiva y valiosa, vale la pena.
Una muy buena historia que se centra sobre el crecer de una joven adolescente, no solo es el despertar sexal, es la asunción del compromiso para con los demás y con la naturaleza. Mezclado con temas no resueltos de su niñez, en ese periplo, el director utiliza el relato para instalar conciencia sobre el accionar de los seres humanos en relacional cuidado del planeta. Nuestra heroína va asumiendo su rol de adulto a tiempo que puede ir elaborando el duelo por la muerte de su madre cuando solo tenia 4 años de edad. Pero algo del genero que utiliza el director, el anime, deja siempre afuera la lectura occidental, plagada de simbolismos japoneses sin explicar. Las acciones de la joven la llevan a abrir puertas que producen
Portales hacia el más allá El reconocido realizador japonés Makoto Shinkai regresa en Suzume (Suzume no Tojimari, 2022) con un nuevo film de animación que conjuga su interés por visibilizar los resultados de los desastres ambientales con el abandono de las ciudades y la memoria de las catástrofes en una road movie que recorre lugares olvidados de Japón con el eje puesto en el recuerdo del terremoto y tsunami que sacudió la región de Tôhoku, al este del país, el 11 de marzo del año 2011. Argumental y estéticamente Suzume repite la estructura, los personajes, el estilo de animación y la musicalización de Tu Nombre (Kimi no na wa, 2016) y El Tiempo Contigo (Tenki no ko, 2019), sus dos últimos y aclamados trabajos que le valieron el mote de “heredero de Hayao Miyazaki”, referencia sin sustento dado que ambos cineastas parten de dos modelos del anime completamente diferentes, con una construcción narrativa diametralmente opuesta e ideas estéticas y musicales disímiles sin conexión alguna, aunque sí comparten el éxito comercial dentro y fuera del Japón. En Suzume una impetuosa adolescente con la voz de Nanoka Hara que vive con su tía, tras la muerte de su madre hace más de diez años debido a una catástrofe que destruyó su ciudad natal, queda completamente embelesada por Souta (Hokuto Matsumura), un apuesto joven de pelo largo que le pregunta por la dirección de unas ruinas en la centenaria ciudad de Miyazaki, capital de la prefectura homónima en la Isla de Kyushu, mientras la chica pedaleaba por la ruta de camino al colegio. El misterioso joven resulta ser el heredero de un linaje de guardianes de los portales a otro mundo que se dedican a viajar por Japón protegiendo las entradas que conducen a estas peligrosas dimensiones, abiertas por la pena y la amargura causadas por las catástrofes naturales, el abandono de las metrópolis y el olvido de las mismas y de las personas y vivencias que acaecieron en esos lugares ahora deshabitados. Sin darse cuenta y buscando a Souta, la inocente Suzume libera a un Dios que custodia la puerta al otro mundo en unas ruinas abandonadas en las montañas, por lo que tras descubrir el desastre que se avecina decide ayudar al joven a cerrar la puerta para impedir la debacle, esa que todos creerían que es un terremoto por causas naturales pero que en realidad tiene su origen en estos acontecimientos sobrenaturales. De la puerta que Suzume abre emerge un gusano gigante que se cierne sobre la ciudad, que nadie salvo ella y Souta pueden ver, un antiguo Dios de la destrucción que amenaza con causar un gran terremoto devastador si la puerta no es cerrada a tiempo y el puntal totémico no es colocado nuevamente en su sitio, protegiendo este mundo de la intromisión del plano de los muertos. El Dios liberado del resguardo de la puerta, Daijin, un simpático gatito aniñado que habla, hechiza a Souta y lo convierte en una pequeña silla infantil en la que el joven guardián de las puertas estaba sentado mientras la chica lo vendaba, por lo que los jóvenes emprenden un viaje por todo Japón para encontrar a Daijin, cuyo rastro aparece todo el tiempo en las redes sociales. En el periplo de la pareja persiguiendo al gatito encontrarán diferentes lugares abandonados, la preocupada tía de Suzume se sumará al viaje, al igual que un amigo de Souta, y Suzume hará nuevas amistadas en su camino a Kobe con la divertida pequeña silla que habla y camina, a la que le falta una pata. En el final del camino, Suzume descubrirá que Daijin la estaba guiando hacia su propio pasado, hacia el lugar en el que vivió con su madre, reviviendo recuerdos que combinan el pasado con el presente, la niña que fue con la joven en la que se convirtió, en una parábola sobre la memoria de uno mismo y los pequeños objetos que nos recuerdan quienes fuimos, nuestros sueños y los traumas que nos marcaron. Todos los elementos de las obras anteriores del director japonés se pueden encontrar en esta nueva entrega, ya sea el viaje de la joven heroína para descubrir su carácter y forjar su propia historia o la conexión de lo fantástico que trastoca su vida con un evento de su pasado que, aunque puja por emerger y ser recordado, yace difuso en la memoria de la adolescente. Aquí también hay una conexión muy fuerte entre lo real y lo fantástico, las creencias animistas del sintoísmo, la religión más antigua del Japón, una animación admirable y muy lograda, una excelente banda sonora y una buena amalgama de viaje de iniciación, autodescubrimiento y aprendizaje con la tradición fantástica y los elementos tecnológicos del presente. Suzume es un típico producto de la factoría del anime japonés más estandarizado dirigido a un público juvenil, principalmente adolescente, con una estética realista que adhiere elementos de distintas fuentes fantásticas de otros géneros de la animación japonesa. Si el gatito Daijin viene del anime más infantil, la silla puede ser ubicada dentro de la tradición prosopopéyica y animista del sintoísmo, mientras que el gusano remite ligeramente a muchos de los demonios que recorren la filmografía de Hayao Miyazaki, particularmente el de La Princesa Mononoke (Mononoke-hime, 1997), una de las fabulas más bellas del director de El Viaje de Chihiro (Sen to Chihiro no Kamikakushi, 2001). La música de la película, compuesta por la misma banda de los dos trabajos anteriores de Shinkai, Radwimps, junto al compositor de films animados y videojuegos Kazuma Jinnouch, combina distintos géneros musicales mediante una mezcla de canciones melancólicas, otras alegres y piezas más recargadas para las espectaculares escenas fantásticas de acción en las que los jóvenes luchan contra las fuerzas del mundo por escapar y sacudir los cimientos conocidos. Al igual que sus trabajos anteriores, el opus de Makoto Shinkai es un buen exponente de lo mejor del anime más uniforme de la actualidad que, desprovisto de un enfoque de autor como el que directores como el propio Miyazaki o los geniales Katsuhiro Ôtomo, Mamoru Oshii y Leiji Matsumoto le imprimieron a la animación japonesa, confirma que una estética predominante de tinte realista que agrega elementos de otros géneros con un foco puesto en la atracción del público juvenil y adolescente es el estilo hegemónico de un anime que, lejos de la búsqueda de un acervo propio, apunta al perfeccionamiento de un lenguaje común que pueda combinar lo épico y lo fantástico con el realismo, las tradiciones antiguas y la tecnología, en una síntesis de la particular mirada japonesa del mundo.
Las comparaciones siempre son odiosas. Mucha veces no tienen sentido. Sin embargo, hay que decir que luego de ver Suzume, queda muy mal parado el cine de animación occidental. Ciertamente son públicos diferentes, por lo tanto, mundos diferentes, pero el caracterer visual de la nueva película de Makoto Shinkai (Your Name) es tan deslumbrante como hipnótica, que deberia dejar pensando a los estudios americanos. No solo eso, Suzume cuenta con una historia tan audaz, que con sus aciertos y errores, si se tratará de una película de Pixar, estariamos hablando de, premios, records de audiencia y una obra maestra. Suzume es una película de aventura épica que nos presenta a Suzume, una chica de 17 años que vive con su tía en una pequeña villa de Japón. Un día cualquiera conoce a Souta, un misterioso hombre que busca unas ruinas. Suzume se enamora a primera vista de este hombre así que decide seguirlo. En su busqueda encuentra una puerta en el medio de dichas ruinas. Al abrirla emprende un increible y pelígroso viaje que puede ocasionar la destrucción del mundo. Suzume se estrenó en el 2022 en varios paises de Asía rompiendo records de audiencia. Incluso, superó por un gran margen a la película que llevó al éxito mundial a Makoto Shinkai, Your Name. En el ámbito internacional, este film fue presentado en la Competencia Oficial de la Berlinale. Lugar que trae buenos recuerdos para el cine animado japonés. Ya que en el 2001 fue Hayao Miyazaki con El viaje de Chihiro, quien se llevó el máximo premio del festival. La historia de Suzume es, como nos tiene bien acostumbrado el anime, profunda y hermosa. Parece más que nunca la firma de «salvar el mundo y enamorarse en el camino» de Makoto Shinkai. El romance está presente con Suzume y Souta. El drama se asoma con la protagonista y la historia con su madre. Y la fantasía triunfa cuando nuestra rebelde protagonista habla con un gato y una silla. Es un film digno de verse varias veces. Especialmente para aquel que no este acostumbrado al cine oriental. La película muchas veces avanza muy rápido y confía que el espectador va entiendo todo. No siempre es el caso. Es fundamental que Suzume sea vista en la pantalla grande. El nivel de detalle es único. Especialmente para los que no le dedican su tiempo a este tipo de cine. Además, cuenta una historia tan original y distinta que será de lo más llamativo que verás en el año.
Suzume es la nueva película de Makoto Shinkai, cineasta y autor de manga japonés. Su obra es legendaria en su país y el mundo lo conoció por sus largometrajes Your Name (2016) y El tiempo contigo (2019). Maestro del animé, sus largometrajes unen públicos de diferentes edades y sus largometrajes tienen diferentes niveles de complejidad dentro de un mismo relato. En este nuevo largometraje la protagonista es Suzume, una joven de diecisiete años que vive en un pueblo tranquilo en Japón. Suzume conoce a un misterioso joven que busca una puerta. Los dos viajan juntos y encuentran una puerta vieja en una casa abandonada en las montañas. Pero cuando Suzume abre dicha misteriosa puerta desata una serie de desastres por todo Japón. Ahora deberá cerrar todas esas puertas que ha abierto para evitar lo que se ha desatado. Como siempre en el director, la película tiene temas superficiales y otros más complejos. Se mueve con naturalidad por escenas de una belleza superior al promedio de todo el cine que se hace. No hay nada que falle, pero al mismo tiempo, este tercer largometraje que llega hasta nuestras salas es algo que sorprende menos, ya que todo lo que podemos elogiar ya lo hemos visto antes en su propia obra. No deslumbra de la misma forma, pero tiene emoción y belleza, dos características que nunca pueden ser mal recibidas. Quien nunca haya visto una película de este director, sin duda se impresionará con esta película.
DIFICULTADES DEL CINE DE AUTOR Suzume es el último largometraje del exitoso escritor y director Makoto Shinkai. En 2016, el autor logró gran reconocimiento a partir de la que es su obra más exitosa, Your name. Esta trataba sobre una pareja de adolescentes que, subtrama fantástica de por medio, debía salvar a un pueblo de la caída de un meteorito. Un lugar común a la hora de discutir acerca de ciertos artistas es que muchos de ellos suelen tener temas recurrentes u obsesiones. Pasaba, por ejemplo, con Hayao Miyazaki y la problemática del medio ambiente, que se podía rastrear en la mayoría de sus largometrajes. Algo similar ocurre en la última película de Shinkai, quien vuelve a trabajar un coming of age acerca de un personaje joven que debe superar tanto la comodidad como las cicatrices emocionales de la niñez para aventurarse en el mundo adulto. Esta nueva historia trata acerca de Suzume Iwato, una chica que conoce a un hombre y se ve envuelta en una aventura con el objetivo de salvar a Japón de una fuerza sobrenatural que amenaza con destruirlo todo. La película relatará, entonces, el enamoramiento de los dos jóvenes así como el desarrollo de un fenómeno ambiental que conjuga lo natural y lo mágico sumergiéndose en el territorio de la mitología y el folklore japoneses. Todo ello construido a partir de la combinación de una animación de trazo definido, expresiones realistas, fondos acuarelados, un 3D sofisticado y una banda sonora a cargo, en parte, y una vez más, de la banda de rock Radwimps. Tanto por su apartado visual como por sus recursos narrativos (la utilización de procesos de significación que se vinculan más a lo metafórico o simbólico que a lo literal o figurativo, a la hora de representar los procesos emocionales internos de los personajes), el cine de Makoto Shinkai es reconocible, posee una marca autoral. El espectador que conoce sus trabajos va al cine a sabiendas que lo que está por presenciar es “la nueva película de Makoto Shinkai”. Por un lado, esto da cuenta de la capacidad del director de plasmar un estilo personal y, podríamos discutir, hasta dejar un sello en la historia de los largometrajes de animación japonesa. Sin embargo, es posible que la presencia fuerte de una figura de autor que predetermina una serie de cualidades en una obra de ficción resulte contraproducente. Lo es, por ejemplo, si esa seña de identidad deviene en un ejercicio de repetición o hasta limitación de la creatividad. Algo así ocurre con Suzume. Tomada por sí sola, no es solo correcta, sino bella, por momentos cautivadora. Ahora bien, para el espectador que conoce la obra de Makoto Shinkai, su último largometraje puede sentirse algo repetitivo, ya no solo por cuestiones temáticas sino por motivos visuales que recuerdan fuertemente a sus películas anteriores. Para el fanático, es entendible que esto sea un elemento positivo, pero para quien va al cine buscando un giro, un nuevo paso en el crecimiento artístico del autor, no sería alocado encontrar en Suzume los primeros signos de amesetamiento o agotamiento en su propuesta estética.