DEJA VU DESDE LA PANTALLA CHICA A LA GRANDE
En un futuro próximo, se inventa un dispositivo de realidad virtual capaz de recrear mundos ficcionales en los que pueden experimentarse no solo imágenes y sonidos, sino que también aprovecha los otros sentidos: gusto, olfato y tacto. El aparato es utilizado para el desarrollo de videojuegos, y “Sword art online”, un MMORPG o videojuego de rol multijugador masivo en línea es el elegido para llevar adelante su lanzamiento. Los jugadores que se adentran en esta aventura son transportados a un universo del orden de lo medieval/fantástico, de raíces tolkianas pero pasado por un filtro más moderno hasta lograr un verosímil y una dinámica cuyo representante más importante en el mundo real es World of Warcraft. La trama da un giro abrupto cuando, en el primer día del lanzamiento del juego, el desarrollador anuncia que los usuarios no podrán salir voluntariamente, a menos que sean vencidos todos los niveles que ha programado. Las mentes de aquellos han quedado atrapadas en el país ficticio de Aincrad, y además, si el personaje o avatar del usuario muere en el juego, este también morirá en la vida real.
Esta es, más o menos, la premisa de la que parte el universo narrativo de Sword art Online, que comenzó como una serie de novelas ligeras, continuó con adaptaciones de comics y mangas, encontró gran éxito en un animé estrenado en 2012, llegó a diferentes consolas en la forma de videojuegos y finalmente logró estrenar, con esta, dos películas en el cine. El protagonista de la historia es Kirito, un adolescente poco sociable y muy talentoso en los videojuegos. El joven rápidamente se destaca como el más habilidoso en la tierra de Aincrad, demuestra una capacidad sobrenatural para enfrentar los desafíos del juego, y en el camino, se enamora de una joven llamada Asuna.
Los eventos resumidos hasta ahora son los relatados en el primer arco del animé. Sword Art Online Progressive: Aria de una noche sin estrellas cuenta estos mismos acontecimientos, pero desde la perspectiva del interés amoroso del protagonista, es decir de Asuna. El problema es que esta nueva versión del relato se siente demasiado similar a lo ya representado en la serie, lo cual hace que la película pierda necesariamente los méritos que tendría al contar algo nuevo. Se pueden trazar dos comparaciones para argumentar mejor esto. Primero, con otro largometraje reciente basado en una obra muy popular: Demon Slayer: El tren infinito. Esta producción, aunque excelente desde el punto de vista de la calidad de la animación y lo narrativo, relata, punto por punto, sucesos que ya se repetirían, poco tiempo después, en el animé. La segunda comparación puede hacerse respecto de una película que nada tiene que ver con el mundo de la animación: El último duelo, de Ridley Scott, la cual trabajaba a partir de la repetición de una misma serie de acontecimientos desde distintas perspectivas. Lo que hacía que en este caso la narración no perdiera fuerza era la riqueza que se producía en el choque de las distintas versiones, es decir, el planteo de un problema narrativo frente al cual el espectador debe hacer un trabajo casi de detective (aunque en este caso puntual el director se encargara de allanar tal vez demasiado el camino interpretativo).
Sword Art Online Progressive no repite el error de Demon Slayer, puesto que lo que se presenta es otra versión de los acontecimientos ocurridos en Aincrad, en los cuales tiene mayor protagonismo la figura de Asuna. Lo que la película pretende en todo caso es enriquecer un universo que ya había sido presentado al dar mayor trasfondo a uno de sus personajes principales. La historia de cómo Asuna llega a Sword Art Online y su camino hasta encontrarse con Kirito no deja de ser algo nuevo para el seguidor de la serie, pero la pregunta es si tiene el peso suficiente para sostener la atención de quien sabe de antemano lo que va a ocurrir: Asuna ingresará en el juego, se revelará la trampa y los jugadores quedarán atrapados, y Kirito, junto a ella, vencerán al boss del primer piso.
La predictibilidad de la historia, sin estar compensada por otro componente de peso, termina por minar la narración, que poco de nuevo tiene para agregar a lo que ya se ha contado. Es difícil imaginar que un seguidor de la serie saque de esta experiencia mucho más que una leve satisfacción. Pero, habiendo dicho todo esto, también es cierto que la película tiene la capacidad de llevar adelante un relato correcto, consistente y centrado. Tal vez sea justamente porque parte de la certeza de que el espectador cuenta con trasfondo sobre lo narrado, que se permite dedicarse a esta historia más pequeña, contenida y redonda.