Pum para abajo
Charlie Kaufman incursiona en la dirección con Todas las vidas mi vida (Synecdoche, New York, 2009) película que retrata mediante el estilo visual y narrativo del guionista de ¿Quien quiere ser John Malkovich?, la crisis existencial de un dramaturgo -alter ego de Kaufman- tan ambicioso como pesimista, que intenta hacer la obra de su vida. La realidad esta tan fusionada con la ficción que el propio film se convierte en demasiado ambicioso, perjudicando el resultado final del mismo.
Caden Cotard (Philip Seymour Hoffman) es un dramaturgo a punto de estrenar su obra cumbre llamada Schenectady, New York. En ese momento sufre una crisis existencial que le provoca diferentes desestabilizaciones en su vida personal. Como artista que es, inmiscuye sus pesares en la obra dándole un tinte aún mas biográfico y melancólico a su puesta. Los acontecimientos siguen sucediéndose, los actores siguen sumándose -al conocer mas gente en su vida- y la obra sigue ensayándose eternamente sin nunca estrenar.
Elementos surrealistas (una casa ardiendo en el fuego continuamente), flashbacks y flashforwards que se entrelazan en el presente una y otra vez sin distinguirse visualmente del tiempo del relato, son algunos de los rasgos autorales de Charlie Kaufman. Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (Eternal sunshine of the Spotless Mind, 2004), ¿Quieres ser John Malkovich? (Being John Malkovich, 1999) y El ladrón de orquídeas (Adaptation, 2002); son películas que tienen todas estas características y también la melancolía existencial con la que está atravesada la mirada de cada acontecimiento retratado. La búsqueda del amor verdadero en Eterno resplandor... y la crisis creativa en El ladrón de orquídeas.
Quizás en este punto Todas las vidas mi vida se asemeje a este último film, no sólo en tema sino en la representación simbólica de su protagonista. Nicolas Cage en esa y Philip Seymour Hoffman en esta, vienen a representar el alter ego de Charlie Kaufman, un artista patético, nostálgico, hipocondríaco que no hace más que boicotear su propia vida y la de la gente que lo rodea. Sin embargo parece ser un gran genio. Pero es esta densidad –del personaje y del propio Kaufman- la que hunden al protagonista y al film en el más espeso y oscuro de sus pesares.
Lo cierto es que Charlie Kaufman hace catarsis en su primer film en el rol de director. Catarsis que muchas veces hemos disfrutado en sus anteriores películas como guionista, pero que aquí padecemos por la consistencia con la cual está trabajada Todas las vidas mi vida. Quizás sus guiones tuvieron siempre este tinte fatalista y fueron los directores -Spike Jonze, Michel Gondry- quienes aportaron su estilo visual para convertirlos en películas mas ligadas a la fantasía. No lo sabemos, aunque si evitemos ver este film un domingo a la tarde.