Un mundo de cartón pintado.
El film marca el debut como director del guionista ganador del Oscar, Charlie Kaufman, en esta extraña película que mezcla ficción y realidad. El director de teatro Caden Cotard (Philip Seymour Hoffman) está por estrenar su nueva obra, pero su esposa (Catherine Keenar) lo abandona levándose a su pequeña hija para continuar con su vida artística en Berlín. Desmoronado físicamente y con continuas visitas a diferentes especialistas, se encontrará con varios personajes y entablará una relación amorosa (con Samantha Morton).
La película incluye escenas de mal gusto, absolutamente innecesarias, y muestra el deterioro físico del personaje central, entre ensayos, y la presencia de un extraño personaje que lo sigue y quiere audicionar para su obra Simulacron.
La acción transcurre entre escenografías y paredes reales, combinando dos mundos que lo pueden llevar al borde de la locura. Sin el ingenio de Eterno resplandor de una mente sin recuerdos; la narración está plasmada en flasbacks y flashforwards (el entierro y la posterior aparición del personaje), y se permite escenas surrealistas, como el incendio constante de una casa sin que los personajes se molesten por ello. Sin coherencia y sumamente tediosa, Todas mis vidas, mi vida pinta un mundo de cartón.